
El Haka Pei es sin duda la competencia más audaz y que levanta más expectación entre los locales y visitantes que asisten al Festival Tapati Rapa Nui.
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Un deporte extremo único en el mundo

El público se congrega a los pies del cerro Maunga Pu’i, situado en el camino que va de Hanga Roa a la playa de Anakena, para observar un deporte extremo único en el mundo.
Los jóvenes y valientes participantes esperan en la cima de esta loma desnudos, sin más protección que un hami (taparrabos tradicional) y adornados con pinturas takona, antes de iniciar esta trepidante prueba.
Este arriesgado juego consiste en deslizarse ladera abajo, acostado sobre una especie de trineo rústico construido con dos troncos de plátanos unidos entre sí. A velocidades que a veces alcanzan los 80 km/h, los contendientes descienden a la base del cerro en menos de diez vertiginosos segundos. El ganador será aquel que consiga recorrer la mayor distancia desde el punto de lanzamiento, consiguiendo así unos puntos valiosos para su equipo.
Un antiguo rito de iniciación

Se cree que el origen del Haka Pei se remonta a un antiguo rito, en el que los jóvenes debían demostrar su madurez y valentía en una prueba que suponía un tránsito de la niñez a la edad adulta. Los jóvenes que la superaban con éxito podían convertirse en matato’a o guerreros. Otras versiones opinan que esta práctica formaba parte de la rutina de entrenamiento de los guerreros con el fin de infundirles valor en las batallas que libraban con otros clanes de la isla.
Hace unas pocas décadas, esta antigua tradición se recuperó y se incluyó en el programa de los eventos de la Tapati Rapa Nui, convirtiéndose en la competición más esperada por el público.
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Muchos jóvenes rapanui no se atreven a participar en el Haka Pei. Los héroes locales no suelen superar la veintena. No es de extrañar, ya que para participar en esta prueba, además de poder superar el miedo, hay que estar un poco loco.
La preparación: troncos, takona y curanto

Todo comienza con la selección de los troncos de los plátanos. Estos deben ser lo suficientemente gruesos y robustos para que soporten el peso de un hombre y el desgaste del rozamiento sobre la hierba. Muchos de ellos se irán destrozando en el camino de bajada.

Luego se transportan hasta la base del cerro. Allí permanecen varios días para que los troncos absorban la energía del lugar. Después de subirlos a la cima con ayuda de poleas, primero se les da forma con ayuda de un machete, y luego se unen de dos en dos con ayuda de cuerdas y estacas, para construir una especie de trineo vegetal. Este será el temerario vehículo que se utilizará en el descenso. Sin timón ni volante ni frenos, con tan sólo dos pares de estacas dónde colocar los pies y manos.
El día de la competición, los contendientes adornan su cuerpo con takona o pintura corporal. Para ello utilizan la ki’ea o pigmento natural de diversos colores procedente en su mayor parte de la cantera natural de Viringa O Tuki situada en un acantilado de la costa. Cada diseño es personal y cuenta una historia. Los antiguos guerreros utilizaban esta pintura para aumentar su fuerza y valor, como método natural para protegerse del sol y cómo camuflaje en las batallas con sus adversarios.

Antes del lanzamiento, se prepara un Umu Tahu o curanto ceremonial para honrar a los antepasados que practicaban el haka pei y bendecir a los actuales. Se comparte la comida en una especie de comunión ancestral y mística. Todos los competidores se reúnen en círculo y elevan una plegaria a la antigua divinidad de Make Make para implorar el mana o poder espiritual que les proteja durante la arriesgada prueba.
Curiosamente el día anterior, los jóvenes que participan por primera vez en la competencia acuden a la iglesia de Santa Cruz para rezar y rogar por la protección divina. Una vez más, queda patente el sincretismo religioso del pueblo rapanui, que combina sus creencias tradicionales con las cristianas.
Comienza la acción

Los competidores, poco más de una docena, toman posiciones en la cima del cerro, mientras el numeroso público aguarda expectante formando una larga fila en la ladera, concentrándose la mayor parte en la base. Nadie quiere perder detalle.
La perspectiva desde la cima intimida. Desde la altura del Maunga Pu’i se observa gran parte de la isla. El primer valiente se monta sobre los troncos animado por los gritos de sus compañeros y rivales, que lo impulsan con fuerza durante los primeros metros. Una vez vencida la inercia, el trineo se desliza a toda velocidad por una pendiente de vértigo que alcanza una inclinación de 45º.
A partir de ese momento, entra en juego la suerte pero también la habilidad y la postura de los jóvenes para mantener el equilibrio. La mayoría adopta la posición convencional situando los pies por delante, pero algunos se colocan con la cabeza orientada hacia abajo al igual que en una tabla de surf.

La distancia recorrida sobre la ladera es de unos 300 metros pero se realiza en apenas 10 electrizantes segundos a una velocidad que puede alcanzar los 70 u 80 Km/h. Si todo ha ido bien, los valientes alcanzan su objetivo cuando su rústica montura vegetal se detiene sobre el terreno llano frente al jurado.
La satisfacción de llegar a la meta y el disparo de adrenalina los hace saltar como un resorte y demostrar su inmensa alegría entre los vítores y aplausos de sus compañeros y del resto del público. Se puede sentir la enorme energía liberada entre todos los asistentes.

Generalmente los participantes se lanzan de uno en uno, pero a veces lo hacen en pareja, conformando lo que podría llamarse un “haka pei tándem”. Esta modalidad es aún más difícil ya que al duplicar el peso sobre los troncos, la velocidad aumenta, obligando a “los jinetes” a coordinar el equilibrio y los movimientos para evitar caerse.
También se dado el caso en el que “la hombría” necesaria para lanzarse ha sido cuestionada por alguna aguerrida mujer rapanui. Actos como éste junto con la reciente incorporación de las jóvenes en el triatlón rapa nui, ayudan a modernizar la Tapati fomentando la igualdad de géneros.
Una actividad muy arriesgada

Desafortunadamente, el haka pei no siempre concluye con éxito. El terreno irregular, los matojos de hierbas, las imperfecciones propias de un vehículo tan peculiar, una mala postura o el nerviosismo pueden hacer que el participante acabe, literalmente, saltando por los aires.
En muchos casos, el competidor se suelta de su montura a medio camino sin poder terminar su descenso. Si tiene suerte, terminará su carrera decepcionado y magullado. Otras veces, la pérdida de control puede acabar en tragedia.
Uri Paté, considerado un maestro y una leyenda del Haka Pei después de competir durante más de veinte años, sufrió un grave accidente en la edición de la Tapati Rapa Nui de 2016. Asistido por sus compañeros, fue conducido rápidamente en ambulancia al hospital de Hanga Roa y posteriormente trasladado a Santiago para su posterior recuperación.
Amenazas y futuro del Haka Pei

Cuando ocurren estos incidentes, hay algunos pascuenses que se plantean si esta actividad debería seguir formando parte del programa de la Tapati. Pero parece que a pesar de su peligrosidad, el Haka Pei va a continuar por mucho tiempo. El propio Uri Paté está dispuesto a seguir instruyendo a los nuevos practicantes.
De hecho, los participantes con más experiencia imparten clases de este deporte ancestral a las nuevas generaciones. En distancias más cortas, los niños practican una versión ligera del Haka Pei durante el Día de la Lengua Rapanui como parte del programa de actividades que tratan de fomentar la cultura local.
Aparte de las críticas y cuestionamientos, existe una amenaza más palpable que en alguna ocasión ha obligado a suspender la competición. Se trata de los incendios. En épocas de sequía es fácil que se prenda la hierba con rapidez. Hace unos años, el cerro se quemó entero en apenas cinco horas, obligando a suspender la competición por seguridad de los participantes.
Canción Haka Pei
El grupo local Matato’a (que significa guerrero en idioma rapanui) liderado por el desaparecido Keva Matato’a Atan dedicó una canción al Haka Pei en su albúm Tatoo.
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Datos prácticos

La celebración del Haka Pei tiene lugar en el cerro Maunga Pu’i, un antiguo y pequeño volcán extinto situado en el último tramo de la carretera que une Hanga Roa con la playa de Anakena. En las últimas ediciones se ha desarrollado en la tarde del primer domingo de Febrero. Las fechas y los eventos de la Tapati suelen variar a lo largo de los años, por lo que es aconsejable consultar el programa vigente.
Consulta el programa de la Tapati 2023
Debido al gran interés que genera entre habitantes y visitantes, se suelen producir atascos al concentrarse varias decenas de vehículos en un espacio reducido. Así que es conveniente llegar con tiempo para evitar la congestión y elegir un buen sitio.
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La prueba se puede observar desde tres puntos de vista que ofrecen diferentes e interesantes perspectivas para todos los asistentes en general y a los aficionados a la fotografía y al video en particular. En la cima se podrán seguir las evoluciones de los competidores, los ritos y el nerviosismo del lanzamiento. A lo largo de la ladera, se observará con más cercanía el descenso a gran velocidad. Ya en la base, se podrá experimentar la emoción de la llegada.
Conviene elegir uno o dos lugares como máximo, ya que la pronunciada inclinación del cerro obliga a mantener el equilibrio y a repartir las fuerzas para desplazarse arriba y abajo para no perder detalle.