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Mana Rapa Nui, el poder sobrenatural de Isla de Pascua

Mana Rapa Nui el poder sobrenatural de Isla de Pascua

El mana rapa nui en la cultura de Isla de Pascua representa la energía creadora que es el origen de todo, una fuerza vital que aún se siente en la isla.

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Mana, la energía espiritual de Rapa Nui

Mana Rapa Nui Piedra magnética en Te Pito Kura
Se dice que la piedra magnética de Te Pito Kura contiene mana

El mana es un concepto fundamental en la cosmovisión del pueblo rapanui y otras culturas de la polinesia. Se entiende por mana al poder sagrado y espiritual que proviene de la divinidad y que se manifiesta a través de los descendientes humanos de los dioses.

El mana rapa nui representa la energía vital que es el origen de todo, una extraordinaria fuerza creadora que es responsable de la fertilidad de la tierra, los mares y, por ende, de la prosperidad del ser humano. No obstante, el mana también posee una dimensión peligrosa y destructiva capaz de aniquilar a las personas si estas contravienen un determinado tapu o precepto sagrado.  De este modo, las nociones de mana y tapu forman un binomio indisociable que regía las creencias del pueblo rapanui y daba forma al antiguo sistema político y religioso de Isla de Pascua.

Mana heredado y adquirido

Se pensaba que este poder sagrado existía dentro de los miembros de la clase gobernante, y en especial, del ariki mau o jefe supremo, porque sus ancestros descendían de los dioses. Esta bendición divina se transmitía de padres a hijos, de tal modo que los ariki heredaban el mana por derecho propio.

Sin embargo, el mana no sólo representaba una idea divina, también estaba relacionado con el aprendizaje de los conocimientos necesarios para realizar eficazmente una tarea. De esta forma, el mana podía ser adquirido por los individuos que demostraban su excelencia en la práctica de ciertas materias o actividades. Estos maestros expertos, llamados maori en lengua rapanui, obtenían un reconocimiento social que mejoraba su status dentro de la comunidad.

Este nuevo mana “ganado con esfuerzo y talento” también se transmitía de generación en generación creando nuevos linajes privilegiados. Así surgieron diferentes clases y gremios de expertos, como los ivi atua o sacerdotes, los maori rongo rongo o sabios entendidos de las tablillas inscritas, los maori takona, especialistas de los tatuajes, los maestros talladores de piedra que esculpían los moai, los pescadores o los guerreros.

Por último, el mana también se podía encontrar en algunos elementos de la naturaleza u obtener a través de algunos objetos considerados mágicos. Y es que este poder especial se podía transferir a otras personas o cosas, tanto en sentido positivo como negativo. Es más, al igual que se podía heredar o adquirir mana, también se podía perder, o volverse en contra de su poseedor, bien por la acción de un mana más potente o por incumplir una orden sagrada o tapu.

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El ariki mau y su poder sobrenatural

Escultura del primer ariki Hotu Matu'a situada en el Ahu Akahanga Mana Rapa Nui
Escultura del primer ariki Hotu Matu’a situada en el Ahu Akahanga

El ariki mau o jefe supremo de Isla de Pascua era descendiente directo de Hotu Matu’a, el primer rey que llegó a la isla, y, por tanto, de los dioses Tangaroa y Rongo. Este alto rango aristocrático era exclusivo del linaje Honga de la tribu Miru y le otorgaba un estatus superior al de otros jefes tribales.

El ariki mau encarnaba el mana rapa nui, un poder sobrenatural de origen divino, por lo que era considerado el líder espiritual y religioso de Isla de Pascua. Sin embargo, aunque era temido y respetado por prestigio social y su carácter sagrado, el ariki mau no tenía un verdadero poder político.

La función principal del ariki mau era aplicar su magia para velar por el bienestar de su pueblo, garantizando el suministro de alimentos mediante su influencia en la naturaleza. Aunque supervisaba ciertas actividades religiosas que exigían su presencia, la mayoría de los rituales los realizaban los “ivi atua” o sacerdotes que pertenecían a la nobleza.

En la Polinesia, el nacimiento de este jefe divino estaba asociado con ciertos milagros provocados por la fuerza de su mana. Así, por ejemplo, surgían nuevas especies o variedades de animales y plantas o se reproducían en mayor número cuando un nuevo rey veía la luz. De igual modo, se pensaba que la muerte de un ariki provocaba la extinción de los seres que habían existido gracias a él.

La vida del ariki mau

Anakena era el lugar de residencia del ariki mau
Anakena era el lugar de residencia del ariki mau

El cargo de ariki mau era hereditario, y él era el único hombre que estaba obligado a casarse con una mujer de su propio clan. Cuando alcanzaba la vejez era habitual que abdicara a favor de su hijo primogénito quien heredaba también el mana.

La tradición cuenta que los ariki mau vivían en Anakena o cerca de Tahai en casas con forma de barco invertido llamadas hare paenga, cuyos cimientos aún se conservan. Su estilo de vida, su comportamiento y su apariencia física venían dictados por una serie de tapus o estrictas normas que nadie podía infringir.

El ariki mau se vestía con un hami o taparrabos y una capa de tela de tapa (tejido a base de corteza de mahute) teñida con tintes vegetales. Portaba varios símbolos de madera, como el ao, un bastón de mando, y un colgante en forma de media luna llamado reimiro, y su piel estaba decorada con tatuajes y pinturas propios de su elevada posición.

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El poder del mana rapa nui y el tapu

El mana del ariki influía en la abundancia de pollos y gallinas
El mana del ariki mau influía en la abundancia de pollos y gallinas

El mana que rodeaba al ariki mau impregnaba todos sus pertenencias, de modo que su cuerpo, sus ropas, su vivienda y todo lo que usaba era tapu para cualquier otra persona. Nadie podía tocar ninguna parte del cuerpo del rey sin correr el riesgo de morir o sufrir fuertes dolores. La cabeza del rey era su parte más sagrada y, por tanto, nunca se cortaba el cabello.

Nadie podía ver al rey o a su hijo comer o dormir, solo a sus sirvientes que eran nobles y le asistían en todas sus necesidades, se les permitía entrar en su casa. La comida del rey era tapu y solo sus sirvientes podían tocarla.

El ariki mau tenía, a su vez, varios alimentos prohibidos. Por ejemplo, no le estaba permitido comer ratas porque se decía que afectaba a su poder para producir más gallinas. Y solo podía comer ciertos pescados, entre ellos el atún (kahi), incluso durante los meses en los que había tapu de pesca, cuya prohibición no afectaba a la aristocracia isleña.

Las nuevas canoas de pesca y las casas de nueva construcción tenían primero que recibir la bendición del rey antes de ser utilizadas por sus dueños. Se creía que mediante estos rituales los objetos absorbían la buena suerte que emanaba del mana divino.

El rey también ejercía su poder sobre el clima, implorando la lluvia al dios Hiro, para aumentar la fertilidad de la tierra y sobre la naturaleza para obtener una mayor abundancia de comida. En agradecimiento, recibía los primeros frutos de cada estación y después daba la orden para comenzar la cosecha de los cultivos y la práctica de la pesca que hasta entonces eran tapu. Después se organizaban grandes fiestas y ceremonias donde se distribuían los alimentos entre la población.

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Objetos con mana rapa nui

Los antiguos rapanui creían que la potencia del mana impregnaba ciertos objetos, de manera que propiciaban la buena suerte. Esta energía mágica podía ser inherente al objeto o provenir de personas poderosas a las que había pertenecido.

Estos objetos cargados de mana se utilizaban como amuletos para influir favorablemente en el aumento de las cosechas, la fertilidad de las gallinas y la pesca, así como para proteger las casas o lugares de posibles peligros. Veamos algunos de estos elementos.

Calaveras sagradas

Antigua calavera grabada | Imagen: KMKG-MRAH Mana Rapa Nui
Antigua calavera con un grabado de ave | Imagen: KMKG-MRAH

El poder sagrado que emanaba de los ariki mau y otros nobles de la tribu Miru (ariki paka) no cesaba con la muerte. Se pensaba que su mana se transmitía a los huesos, y especialmente a la calavera, ya que, como hemos visto, la cabeza era la parte más sagrada.

Por esta razón, los cráneos de los ariki eran robados de los ahu y otros lugares de enterramiento para utilizarlos como talismanes. Estas valiosas calaveras solían decorarse con diferentes diseños grabados sobre la frente y se colocaban dentro de las hare moa o gallineros de piedra que había en los poblados. Por eso recibían el nombre de puoko moa o cabeza para las gallinas, ya que tenían el poder mágico de aumentar la capacidad de poner huevos de las gallinas y multiplicar así los pollos.

Esta creencia en el poder mágico de las calaveras de los ariki también era común en otras islas de la Polinesia. Así, por ejemplo, estos cráneos especiales se llevaban en los botes para proteger a los pescadores de los tiburones y conseguir una buena captura o se colocaban en los campos de camotes (batatas) para garantizar una buena cosecha.

Mangai ivi tangata, los anzuelos de hueso humano

El mana del Mangai ivi KMKG-MRAH Museos Reales de Arte e Historia de Bruselas
Mangai ivi tangata | Imagen: KMKG-MRAH

El anzuelo o mangai, en idioma rapanui, es un artefacto extendido por toda la Polinesia y era considerado uno de los objetos más preciados que se podía tener en una isla, ya que, mediante su uso, los habitantes conseguían el alimento necesario para su subsistencia. Se tardaba mucho tiempo en confeccionar una de estas valiosas piezas, así que se heredaban de padres a hijos como una joya de familia.

Una gran mayoría de los antiguos anzuelos que se han recogido en Isla de Pascua, se han encontrado en tumbas de los ariki enterrados en los ahu, junto con lanzas con punta de obsidiana. Además de los mangai maea fabricados en basalto pulido, los más comunes eran los mangai ivi elaborados con hueso y, en especial, los mangai ivi tangata o anzuelos realizados con huesos humanos cuyo origen se remonta a una leyenda.

Según cuenta la tradición, un pescador llamado Ure Vai que no tenía mucho éxito pescando, elaboró el primer mangai ivi tangata con el fémur de su padre muerto aconsejado por un aku-aku o espíritu que se le apareció en sueños. Cuando lanzó el mangai al mar, empezó a atrapar peces con suma facilidad, regresando a la orilla con grandes cantidades de pescado.

Este cuento reafirma la creencia de utilizar el mana impregnado en los huesos de un pescador experimentado para favorecer la suerte de uno más joven. Aunque desde el punto de vista práctico, el uso de huesos humanos se explica debido a la ausencia en la isla de grandes animales de los que se pudiese extraer material suficiente para confeccionar estos utensilios.

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Piedras mágicas

Piedra con símbolo de komari grabado Mana Rapa Nui
Piedra con símbolo de komari grabado | Imagen: KMKG-MRAH

Los isleños también guardaban piedras singulares para atraer la buena suerte. La mayoría de ellas tenían grabados sobre su superficie, y aunque a veces mostraban figuras humanas o de animales, el diseño que más se repetía era el komari o vulva femenina, el símbolo de la fertilidad en Rapa Nui.

Algunas de estas piedras tenían el mismo propósito que las calaveras y se llamaban maea moa o piedra para las gallinas, porque también se colocaban en los gallineros para aumentar la producción. Otras se llevaban a bordo de las canoas porque favorecían la pesca de atunes y otros peces.

Cabe destacar tres grandes rocas, situadas dentro del Parque Nacional Rapa Nui, que destacan por su tamaño y las leyendas que las rodean.

La primera es la piedra magnética de Te Pito Kura que según la leyenda, fue traída por Hotu Matu’a desde Hiva, su tierra natal. Se dice que esta roca, casi esférica y lisa, concentra una elevada energía magnética. Por su alto contenido en hierro esta piedra se calienta más que las demás y ocasiona que las brújulas se comporten de forma extraña. Muchos visitantes ponen las manos sobre ella para captar su energía o también, según la creencia de algunos, aumentar la fertilidad femenina.

La segunda es Pu o Hiro, una piedra situada no muy lejos de la anterior, cuyo nombre significa “trompeta de Hiro” y hace referencia al antiguo dios de la lluvia. Este artefacto, único en la isla, tiene un orificio principal por el que se soplaba, produciendo un sonido profundo parecido a una trompeta. Parece ser que antiguamente era considerado un talismán para la pesca y la tradición cuenta que cuando se “tocaba” este extraño instrumento los peces eren atraídos hacia la costa.

La tercera roca es la más inaccesible al público porque está situada en una de las colinas del volcán Poike, próxima a la cima del Pua Katiki, y se denomina Vai a Heva. Los antiguos rapanui esculpieron un feroz y enorme rostro alrededor de una cavidad natural de 2 metros de largo, que fue aprovechada para representar una gran boca abierta y que posiblemente sirvió para recolectar agua de lluvia. Su nombre (Vai, «agua» ; Heva, «mágica») hace referencia a la leyenda de quien bebía o se sumergía en el agua de esta poza conseguía mantenerse siempre joven. Así que esta singular figura, que recuerda a las antiguas máscaras romanas, sería una especie de Fuente de la Eterna Juventud de la Isla de Pascua.

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