
El moai Te Tokanga es el moai más grande de Rapa Nui y aún yace en la cantera de la ladera sur del volcán Rano Raraku, origen de la mayor parte de las estatuas de piedra talladas en Isla de Pascua.
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Te Tokanga, el moai gigante de Rapa Nui

En la parte baja de la ladera sur del volcán Rano Raraku, donde la roca comienza a encaramarse hacia la cima, hay una enorme estatua reclinada que todavía permanece en el nicho en el que fue tallada.
Se trata de Te Tokanga, “el gigante”, que con una longitud de casi 22 metros y un peso estimado de 250 toneladas, no puede tener un nombre más apropiado. Su enorme cabeza mide 8,5 metros y su anchura media es de unos 4,5 metros.
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Para darnos cuenta de su magnitud, diremos que este enorme hombre de piedra alcanza la altura de un edificio de siete pisos y tiene un peso similar al del Boeing 787-9 Dreamliner, el avión de la compañía Latam que transporta a los turistas desde Santiago de Chile a Rapa Nui.
Te Tokanga es la estatua más grande jamás esculpida en Isla de Pascua. A ambos lados, se observan los canales donde se colocaban los talladores para realizar este increíble trabajo. Parece que a medida que aumentaba la experiencia y pericia de los escultores, iba creciendo el tamaño de las imágenes. Si se comparan los 4,5 metros, que es la altura media que tiene un moai, con los más de 20 metros de Te Tokanga, se entiende el nivel de maestría y rivalidad al que llegaron los antiguos habitantes de Rapa Nui.
¿Por qué Te Tokanga permanece en Rano Raraku?

Según la tradición recogida por varios arqueólogos, el moai Te Tokanga pudo estar destinado al Ahu Tahira en Vipanu, una de las últimas plataformas construidas, situada en la ladera del volcán Rano Kau. Sin embargo, nunca llegó a su destino final porque este enorme coloso ni siquiera llegó a levantarse de su lecho de roca.
De hecho, aunque a este moai inmenso se le conoce como “El gigante”, en realidad, el término tokanga, en idioma rapanui, hace referencia al residuo de una cosa, a lo que queda como resto o como parte estable. No hay duda, de que el significado literal de su nombre también le hace justicia, ya que no deja de ser un magnífico resto o residuo de piedra abandonado en la montaña.
Existen varias teorías que tratan de explicar porque la figura de Te Tokanga, al igual que muchas otras, aún permanece en la cuna de piedra que lo vio nacer.
¿Un moai gigante imposible de mover?

Cuando este coloso fue desahuciado, los tallistas estaban trabajando en hacer las trincheras de los costados para despegarlo del volcán. Fue entonces cuando, tal vez, sus ambiciosos y optimistas escultores se dieron cuenta de que nunca podrían mover una estatua de semejante tamaño, así que no se molestaron en terminarlo.
Parece que la mayor proeza de los antiguos trabajadores fue tallar y trasladar dos estatuas de 10 metros de alto, que llegaron al Ahu Hanga Tetenga en la costa sur, y al Ahu Te Pito Kura en la costa norte, en el sector de La Pérouse, a unos seis kilómetros de distancia de la cantera.
El moai de Hanga Tetenga se encuentra quebrado en cuatro partes sobre la plataforma y sin cavidades para los ojos, prueba de que no pudieron controlar el último impulso para ponerlo en posición vertical.
Más suerte tuvieron con la estatua enviada a Te Pito Kura de la que hablaremos después, pero movilizar a Te Tokanga se les antojó imposible. Incluso en nuestros tiempos, utilizando la tecnología más avanzada, no resultaría fácil trasladar una mole, con un peso equivalente al de un avión comercial, desde la cantera hasta Vinapu.
¿Defectos en la piedra?

Parece que muchas estatuas quedaron sin terminar debido a problemas con el material de construcción. Unas veces la roca no tenía la calidad necesaria para seguir trabajándola y otras aparecían defectos sobre la superficie que habrían estropeado la estatua terminada. En ambas ocasiones, se abandonaba la estatua y buscaban un lugar más propicio para comenzar a tallar nuevamente. ¿Fue este el motivo por el que no prosiguieron los trabajos en Te Tokanga?
¿Construido para no moverse?

Otra teoría, sugerida por la arqueóloga Katherine Routledge, sostiene que Te Tokanga fue tallado sin la intención de ser levantado, al igual que otras efigies que continúan en la cantera. De hecho, aunque la estatua aparentemente está terminada, no hay indicios de ningún trabajo para separarla de la cornisa de toba volcánica. De esta manera, más que una imagen completa podría considerarse como un inmenso petroglifo o alto relieve esculpido, probablemente, en memoria de una persona de alto rango.
¿Fin de una etapa?

Te Tokanga descansa inacabado y parece sugerir que, en la última etapa de la antigua civilización rapanui, las distintas tribus se habían embarcado en una competencia por erigir figuras cada vez más monumentales. Se piensa que la ingente necesidad de cuerdas y andamiajes para movilizar a estos titanes rocosos contribuyó a la deforestación de la isla y al ocaso de la construcción.
Otras hipótesis argumentan que debió ocurrir algún cataclismo natural, tal como un gran terremoto o tsunami que afectó profundamente a la sociedad rapanui interrumpiendo para siempre la confección de estatuas.
Sin embargo, parece que el abandono del trabajo en Rano Raraku no se debió a un único hecho repentino y dramático. Más bien fue la consecuencia de una paulatina decadencia en los valores y creencias que afectaron a los escasos recursos disponibles y provocaron sucesivas guerras tribales que acabaron con el colapso del sistema.
Los moais más grandes jamás levantados
En una hipotética competencia por tamaño, no hay duda de que Te Tokanga, el moai más grande tallado en Isla de Pascua, obtendría el primer puesto. Pero hay otros dos moais que tendrían el honor de compartir el podium.
Moai Piro Piro

El segundo lugar sería para el moai Piro Piro, cuya enorme cabeza de 4 metros da la bienvenida a los visitantes que recorren los primeros metros del sendero principal de la cantera de Rano Raraku. Piro Piro destaca, por sus formidables dimensiones, entre las demás estatuas que permanecen enterradas en la ladera del volcán.
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El explorador Thor Heyerdahl excavó en el suelo del moai y descubrió que la parte enterrada del cuerpo medía casi dos veces la altura de la cabeza visible. Sumando ambas partes, la longitud total alcanzaba los 11 metros, lo que convertía a Piro Piro en el moai más grande jamás extraído de la cantera y puesto en pie.
Moai Paro

Este descubrimiento relegó a la tercera posición al extraordinario moai de Te Pito Kura, un complejo arqueológico ubicado frente a la Bahía de La Pérouse, a unos dos kilómetros al sudeste de la playa de Ovahe. En este centro ceremonial se halla el Ahu o Paro, cuyo único moai de nombre Paro, permanece en la misma posición en la que quedó cuando fue derribado hace casi dos siglos.
El moai Paro representa un hito de la época en que se construyeron las estatuas, ya que es el moai más grande transportado desde la cantera del volcán Rano Raraku y erigido con éxito sobre un ahu. Sus dimensiones son espectaculares: 10 metros de altura, solo sus orejas miden 2 metros, y se estima que su peso debe superar las 80 toneladas.
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El moai yace caído de cara y su cuerpo está partido por la mitad como consecuencia de su derrumbe. Se cree que Paro habría sido una de las últimas estatuas derribadas de sus plataformas durante las guerras entre los diferentes clanes. Frente a su cabeza yace su gigantesco pukao, de casi 2 metros de altura y unas 10 toneladas de peso, considerado también uno de los tocados más voluminosos tallados y trasladados desde la cantera de Puna Pau.
Consejos para visitar el moai Te Tokanga

La visita a Te Tokanga se puede hacer contratando alguno de las excursiones que recorren Rano Raraku y que ofrecen la mayoría de las agencias de turismo de la isla. Este sitio arqueológico suele estar incluido en alguno de los tours de día completo, que cuentan con guía y transporte, donde se visitan además otros lugares de interés.
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La otra opción es hacerlo por cuenta propia, pero para ello habrá que llegar en vehículo, ya que se encuentra bastante alejado de Hanga Roa como para ir caminando.
En cualquiera de los casos, es necesario comprar con antelación la entrada al Parque Nacional Rapa Nui para poder ingresar al recinto. Aunque la entrada tiene una validez de 10 días para recorrer los diferentes sitios de interés, la visita a Orongo y a la cantera del volcán Rano Raraku solo puede realizarse una única vez.
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Se debe presentar el ticket en la taquilla del Parque Nacional, cuyo acceso permanece abierto de 9:00 h hasta las 18:00 h. Aquí se exhiben varios paneles explicativos del lugar. A la derecha están los baños públicos y a la izquierda hay una construcción donde hay varias tiendas de artesanías con un precio similar al de Hanga Roa y una cafetería para los visitantes.
Conviene llevar ropa cómoda y calzado deportivo con suela gruesa, ya que los senderos del recorrido son empinados y pueden ser resbaladizos sobre todo si ha llovido recientemente. Los senderos de Rano Raraku permiten realizar un circuito donde se pueden observar los moai de manera organizada y segura.
Está terminantemente prohibido salirse de los senderos señalizados y tocar las estatuas. Tampoco está permitido traspasar el límite del camino que conduce a las estatuas en el interior del cráter, y menos aún ascender a la cumbre por su peligrosidad.
Cómo llegar hasta el moai más grande de Rano Raraku

Aquellos que no deseen contratar un tour organizado, pueden llegar a Rano Raraku por cuenta propia de forma sencilla. Para llegar en automóvil desde Hanga Roa, se debe tomar la Avenida Hotu Matu’a, donde está situado el aeropuerto, en dirección a Anakena, luego doblar a la derecha en el cruce que indica el camino a Rano Raraku y continuar durante otros 14 kilómetros por la carretera que bordea la costa, mientras se disfruta del paisaje. Se llegará a un desvío a la izquierda con una señal que indica la carretera que conduce durante 1,5 kilómetros al centro de visitantes de Rano Raraku, donde se puede estacionar el vehículo.
Otra alternativa bastante recomendable es ir en bicicleta. Es posible alquilar bicis en Hanga Roa donde además proveen a los clientes de mapas y todo lo necesario para sus recorridos.
El trayecto de ida tarda aproximadamente 1 hora y media haciéndolo con calma. El camino de la costa ofrece la posibilidad de disfrutar de la brisa marina y la vista de los acantilados durante todo el trayecto, además de ir parando en otros yacimientos arqueológicos que se encuentran en este lado de la isla. Hay que tener cuidado con los caballos que se cruzan y con algunos tramos de asfalto descarnado donde se han formado algunos baches.