Tahai, el mejor atardecer de la isla

El complejo ceremonial de Tahai es una de los lugares más interesantes de Isla de Pascua, debido a que combina restos arqueológicos de gran importancia histórica con un marco paisajístico de gran belleza ubicado frente al océano Pacífico.
INDICE
Una ubicación histórica y privilegiada

El conjunto arqueológico de Tahai es uno de los asentamientos más antiguos de la isla cuyos restos más tempranos se remontan hasta el año 700 d.C. Parece que estas tierras fueron ocupadas por el clan Marama, y quizás el clan Miru, para levantar su centro político y religioso. Según la tradición, Tahai fue el último lugar de residencia de Ngaara, el último ariki mau o gobernante de alto rango, que murió y fue enterrado aquí.
La ocupación de Tahai por parte de los primeros pobladores no fue fortuita. En este lugar disponían de un cómodo acceso al mar para salir a pescar y un suministro regular de agua dulce proveniente de manantiales subterráneos.
El sitio de Tahai ocupa una amplia superficie que se extiende algo más de 250 metros de norte a sur y unos 200 metros de este a oeste. En este tramo, el terreno desciende en una suave pendiente desde el interior hasta llegar a la costa, donde se forma una pequeña ensenada llamada Hanga Moana Verovero.
Este yacimiento es un buen ejemplo de cómo los antiguos habitantes modificaron el entorno natural para adecuarlo a sus necesidades. Para conseguir el resultado final que ahora se observa, tuvieron que nivelar y rellenar el terreno con miles de metros cúbicos de tierra y piedra.
Vestigios de una antigua aldea

Tahai es el mayor centro arqueológico y el mejor restaurado de los que se sitúan en las proximidades de Hanga Roa. Los elementos hallados en Tahai siguen el modelo de asentamiento que se encuentra en otras partes de la isla, lo que permite comprender el estilo de vida de los antiguos habitantes.
Se han localizado varias cámaras funerarias o avanga destinadas a los jefes de la comunidad y restos de casas-bote o hare paenga utilizadas por los personajes de más rango y sus familias. Estas construcciones llamadas así porque su forma recuerda a la de una barca invertida, se componían de una base de piedras con agujeros que formaban una larga elipse, donde se insertaban postes de madera que sostenían un techo de pasto. Disponían de una única y estrecha abertura y una especie de terraza de cantos rodados de forma semicircular. Se cree que solo eran utilizadas para pasar la noche a cubierto.

Según el análisis de la arquitectura y demás estructuras halladas durante el proceso de restauración, que se realizó entre 1968 y 1970 por William Mulloy y Gonzalo Figueroa, se estima que pudieron vivir aquí entre 75 y 200 personas. Sin embargo, parece que la mayor parte de ellas usaron como morada las cuevas y refugios rocosos cercanos, que modificaron para hacerlas más habitables.
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Ubicados en la parte media y superior del espacio hay varios gallineros o hare moa. Estas estructuras de piedra alargadas y con pequeñas entradas, eran utilizadas para guardar los pollos y gallinas durante la noche para evitar que se escaparan o las robaran.
Hay un hare moa de estilo clásico en la parte superior cerca del mirador. Más abajo hay otras estructuras que fueron construidas aprovechando el desnivel del terreno y que recuerdan en su forma a las casas de Orongo. Parece que fueron usadas también como gallineros durante la última época en que Tahai estuvo habitado, pero no se descarta que pudieran tener otras funciones como vivienda o almacén.

Otras construcciones domésticas que se pueden encontrar son las tahetas o piedras talladas en forma de cuenco para recoger el agua de lluvia, restos de umu pae u hornos de cocción realizados con piedras y un poco más al norte, al otro lado del muro cerca de unas pequeñas cuevas, aparecen varios manavai o círculos de roca utilizados para proteger los cultivos.
Los tres ahu de Tahai
Pero sin lugar a dudas, el gran foco de atención de Tahai son sus tres ahu o plataformas ceremoniales situadas sobre el pequeño acantilado rocoso que se eleva sobre el mar. Los altares forman una línea visual que protagoniza este magnífico escenario. Si se mira de frente a las estatuas, el primero a la izquierda con cinco moai es el Ahu Vai Uri, el siguiente es el Ahu Tahai y el último que lleva un pukao o sombrero es el Ahu Ko Te Riku.
Ahu Vai Uri

El Ahu Vai Uri, cuyo nombre podría traducirse como agua oscura o agua verde, es la plataforma con mayor cantidad de estatuas erigidas. Su fecha de construcción data del año 1200 d.C. y sus cinco moai restaurados son una muestra de los diferentes estilos con que se tallaban.
El primero a la derecha es actualmente un pedazo de roca apenas irreconocible. Sin embargo el que le sigue, mucho mejor conservado al igual que el primero por la izquierda, tiene una complexión más baja y robusta que el resto y muestra una expresión adusta.
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Falta una estatua en el pedestal situado más a la izquierda. Parece que el moai que debería ocuparlo yace ahora unos metros más al sur cerca de la tumba de Mulloy, derribado boca abajo en el suelo y próximo a una desgastada cabeza de piedra.
Ahu Tahai

Ahu Tahai cuenta con un único moai solitario de unos 4,5 metros de altura. La figura, que está muy erosionada, muestra un torso grueso y un cuello ancho, y se eleva sobre la plataforma más antigua del conjunto construida hacia el año 700 d.C.
A pesar del enorme desgaste sufrido por los moai a lo largo del tiempo, aún muestran la grandeza y orgullo de los ancestros a los que representan y, de alguna manera, aún transmiten ese poder mítico llamado mana.

Los imponentes muros de mampostería sobre los que se levantan las plataformas se ven interrumpidos entre el Ahu Vai Uri y el Ahu Tahai por una rampa pavimentada con piedras que conduce al mar. Se cree que fue utilizada para bajar las embarcaciones desde el nivel superior hasta la orilla.
Ahu Ko Te Riku

El Ahu Ko Te Riku es la última y singular plataforma situada más al norte. Sobre ella se levanta un único moai de 5,1 metros de altura que fue restaurado con todos los elementos que adornaban las antiguas estatuas terminadas.
Sobre su cabeza porta un pukao, pieza cilíndrica tallada en escoria roja procedente del volcán Puna Pau. Esta forma, que según distintas opiniones, representa un sombrero o un recogido del pelo en forma de moño, se colocaba en la última fase de construcción del ahu. Se cree que el pukao original de este moai fue utilizado para tallar la cruz cristiana que se encuentra en el cercano cementerio a Tahai, pero no existe ni siquiera la certeza de que llevara uno.
Aparte de esta recreación, las otras estatuas que actualmente conservan sus pukao originales son las del Ahu Nau Nau, situado en la bellísima playa de Anakena, y el segundo moai del Ahu Tongariki.
El moai con ojos

El otro elemento diferenciador del Ahu Ko Te Riku es que soporta al único moai que posee ojos de toda la isla. Se piensa que cuando un moai era instalado en su ahu, se le tallaban las cuencas de los ojos y, en una ceremonia ritual, se le colocaban los ojos fabricados con coral blanco y pupilas de obsidiana. En ese momento se consideraba que la estatua cobraba vida y podía proyectar el mana o poder espiritual para proteger a su tribu. Por eso, todos los moai miran hacia el interior de la isla, como en Tahai, que es dónde estaban los poblados y sus habitantes, y no hacia el océano.
Hasta hace poco no se sabía que las estatuas tuvieran ojos. En los testimonios de los primeros europeos que visitaron la isla, no se hace ninguna mención a este aspecto de los moai, así que parece que fueron eliminados y destruidos durante las guerras tribales que acabaron derribando todas las estatuas. Pero en 1978, durante las excavaciones del Ahu Nau Nau en Anakena, se descubrió fortuitamente un ojo original de coral que ahora se exhibe en el Museo Sebastian Englert.
La tumba de William Mulloy

En la zona sur del complejo de Tahai, unos 50 metros a la izquierda del Ahu Vai Uri se encuentra la tumba donde descansan los restos de William Mulloy. El famoso antropólogo llegó por primera vez a la isla con la expedición de Thor Heyerdahl en 1955.
Cuando falleció tres décadas después, William Mulloy se había convertido en la figura máxima de la arqueología de Isla de Pascua y un gran divulgador de su cultura. Gracias a su trabajo y determinación se restauraron los sitios emblemáticos de Ahu Akivi, Tahai y la aldea de Orongo además de otros lugares.
Mulloy murió de cáncer en 1978 en EE.UU. y poco después sus cenizas fueron enterradas aquí, en su querido Rapa Nui. Junto a él descansan los restos de su esposa Emily Rose, fallecida en 2003, quien lo acompañó en sus largas estadías en la isla y estuvo presente en la inauguración de la biblioteca que lleva su nombre situada en el Museo Antropológico Sebastian Englert.
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Sobre la gran roca que recuerda a Mulloy hay una inscripción en los idiomas rapanui, inglés y español con el siguiente epitafio:
En rapanui se lee: “Hai hāpī, hai haka tutu‘u i te ‘ariŋa ora, to‘ona here rahi mo Rapa Nui i haka tikea mai ai “(Al estudiar y levantar los rostros vivos (moai), nos mostró su gran amor por Rapa Nui).
En inglés se lee: «By restoring the past of his beloved island he also changed its future» (Al restaurar el pasado de su amada isla también cambió su futuro).
Por último en español dice: «Grande fue, como sus obras, su amor y entrega a Rapa Nui».
Consejos para visitar Tahai

La visita a Tahai se puede hacer contratando alguno de las excursiones que ofrecen la mayoría de las agencias de turismo de la isla. El complejo de Tahai suele estar incluido en alguno de los tours de medio día, que cuentan con guía y transporte, donde se visitan además otros lugares de interés.
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La otra opción y la más habitual es hacerlo por cuenta propia, debido a lo fácil que resulta llegar aquí tanto en vehículo como caminando.
En cualquiera de los casos, es necesario comprar con antelación la entrada al Parque Nacional Rapa Nui para poder ingresar al recinto. La entrada tiene una validez de 10 días para recorrer los diferentes sitios arqueológicos, los cuales se pueden visitar varias veces, a excepción de Orongo y la cantera del volcán Rano Raraku que solo puede realizarse una única vez.
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Aunque en Tahai no existe una taquilla donde se deba presentar el ticket, este puede ser requerido en cualquier momento por los guardaparques, por lo que es conveniente tenerlo a mano.
Tampoco existe un control de acceso ni un horario de apertura y cierre debido en parte a que Tahai es por decirlo así, una gran plaza pública donde los locales y visitantes pueden transitar libremente siempre que se respeten las normas del Parque Nacional. Otro dato a tener en cuenta es que en Tahai no existen servicios higiénicos para uso de los visitantes.
El mejor atardecer de Isla de Pascua

La vista de Tahai resulta impresionante a cualquier hora, pero ya que se puede acceder al recinto las veces que se quiera, aconsejamos visitar el lugar al menos en dos ocasiones, si se dispone de suficiente tiempo en la isla.
El primer momento ideal es por la mañana temprano, que es cuando el sol ilumina el frente de las estatuas y la mejor hora para hacer fotografías de los moai y de personas.
El segundo momento y tal vez el más buscado por los turistas ocurre al atardecer. Muchos viajeros se dirigen a Tahai para contemplar la puesta de sol detrás de los moai. La luz del ocaso deja a contraluz las siluetas de las estatuas sobre un fondo que cambia de color según el sol se va ocultando en el horizonte. Se crea un momento mágico y místico inolvidable para cualquier visitante.
Cómo llegar a Tahai

El complejo de Tahai está situado a poca distancia de Hanga Roa, lo que lo convierte en uno de los sitios arqueológicos relevantes con más fácil acceso del público. Se puede llegar en automóvil desde el centro del pueblo en apenas 5 minutos. Se parte de la plaza Tekena Toro, se continua por la prolongación de la calle principal Atamu Tekena y se gira a la izquierda por el camino Kainga para llegar al conocido como Mirador de Tahai. En este lugar está uno de los accesos principales al conjunto desde donde se domina una completa panorámica.
Otra forma de llegar es utilizando la misma ruta de antes, pero en lugar de doblar en Kainga se continua recto por Atamu Tekena hasta llegar al Museo Antropológico. Transcurridos 100 metros, se toma un camino de tierra a la izquierda que conduce hasta un muro de piedra. Se puede estacionar el vehículo, junto al restaurante Te Moai Sunset. Aquí se halla otro de los accesos principales al recinto
La última alternativa para llegar en vehículo y la ruta más utilizada para ir caminando o en bicicleta, es tomar la carretera de la costa conocida como Policarpo Toro. Se parte de la animada caleta Hanga Roa Otai, se pasa por Hanga Vare Vare y se llega hasta el cementerio, junto al que han habilitado un estacionamiento donde se puede dejar el auto. A partir de aquí se continúa andando o en bicicleta por el sendero que bordea el mar hasta llegar a Tahai.
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