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Rano Raraku, la cantera de los moai

Vista aérea de Rano Raraku con el volcán Poike al fondo Isla de Pascua

El volcán Rano Raraku es uno de los sitios arqueológicos más increíbles y extraordinarios del planeta. En este lugar mágico y repleto de misterio fueron elaborados los moai, las estatuas gigantes que han dado fama mundial a Isla de Pascua. Las enormes figuras y las canteras del volcán superan cualquier expectativa y consiguen que el viajero se quede sin palabras cuando contempla una de las más fascinantes maravillas de la humanidad.

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Maunga Eo, el cerro perfumado

Vista de la cara norte del volcán Rano Raraku en Isla de Pascua
Vista de la cara norte del volcán Rano Raraku

El volcán Rano Raraku está situado a 20 km al nordeste de Hanga Roa, muy cerca de la península de Poike y a unos escasos 1.000 metros al noroeste de la bahía de Hanga Nui. Su singular forma y ubicación hacen que tanto las vistas que se tienen del volcán desde Tongariki, como la amplia perspectiva que se observa desde su ladera sean de una gran belleza.

El antiguo nombre de este sitio era Maunga Eo, que significa “cerro perfumado”, ya que en otros tiempos crecía una planta muy aromática cuyo olor impregnaba toda la zona. De hecho, una antigua leyenda cuenta cómo dos jóvenes espíritus femeninos llegaron a la isla atraídos por el intenso aroma del lugar.

El actual nombre deriva de la palabra Rano que en idioma rapanui designa a los volcanes que tienen una laguna interior. Se cree que el término Raraku, que quiere decir rayado o acanalado, hace referencia a los grandes surcos que presenta la cara sur de la montaña, aunque también podría estar relacionado con el nombre de un antiguo personaje quien, según la tradición, acabó con todos los espíritus malignos de la isla asesinándolos con un moko o lagarto de madera.

Origen geológico del volcán

Vista aérea del volcán Rano Raraku en Isla de Pascua
Vista aérea del volcán Rano Raraku

Además de su gran relevancia arqueológica, Rano Raraku es uno de los centros volcánicos más interesantes de Isla de Pascua desde un punto de vista geológico. Este cono volcánico, ahora extinto, se formó hace más de 300 mil años como resultado de la actividad eruptiva de los volcanes Maunga Terevaka y Pua Katiki.

El Rano Raraku tiene una altura máxima de 160 metros en su borde sureste y su cráter presenta una forma elíptica cuyo diámetro mayor mide unos 700 metros. En su interior alberga una laguna de agua dulce de unos 3 a 4 metros de profundidad originada por las frecuentes precipitaciones que sufre la isla.

La ladera norte presenta una suave inclinación pero hacia el sur la altura aumenta considerablemente. Justo aquí, en el extremo que mira al mar, la silueta ovoide del cráter se interrumpe bruscamente por un corte del terreno, formando un escarpado acantilado del que sobresalen dos puntas.

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La arqueóloga inglesa Katherine Routledge escribió que la forma del volcán parecía un enorme bebedero de perros, y aunque la expresión le reste glamour a esta maravilla geológica, hay que decir que es un símil muy apropiado.

El aspecto de Rano Raraku, a pesar de ser dos veces menor, recuerda bastante al gran volcán Rano Kau ubicado en la esquina suroeste de la isla. Además de contener un lago como su hermano mayor, presenta también un Kari Kari o mordisco en el borde oriental del cráter que termina en un imponente acantilado. En ambos casos, estas escarpadas paredes casi verticales se formaron por la continua erosión marina sufrida a lo largo de los siglos. Y es que, al igual que el volcán Rano Kau, Rano Raraku se encontraba antiguamente a la orilla del mar, pero los flujos de lava surgidos de varios conos auxiliares del Maunga Terevaka rodearon el volcán, alejándolo un kilómetro de la costa y creando la gran planicie que llega hasta el Poike.

Una materia prima única en la isla

El moai viajero con el volcán Rano Raraku al fondo en Isla de Pascua
El «moai viajero» situado en Tongariki con el volcán Rano Raraku al fondo

A diferencia de la mayor parte de los conos volcánicos isleños, Rano Raraku está compuesto por un tipo de roca única en la isla conocida con el nombre de toba lapilli. La toba es una roca porosa formada por la acumulación de ceniza volcánica expulsada durante una erupción, que al enfriarse, en contacto con la atmósfera, se compacta y endurece.

La principal característica de esta toba volcánica es su poca dureza bajo la superficie, en comparación con el basalto, lo que animó a los antiguos escultores a utilizarla como materia prima para tallar las enormes estatuas.

Llama la atención el hecho de que la mayor parte de la toba se encuentra concentrada en la mitad sureste del cono, coincidiendo con la pared vertical, y apenas aflora en la mitad norte. Según algunos geólogos, este gran acantilado rocoso sería el único resto de un antiguo volcán submarino. El cual, desaparecida su mayor parte por efecto de la erosión, fue posteriormente cubierto por cenizas rojas emitidas por el nuevo cráter adyacente. Esto explicaría la gran diferencia de materiales encontrados en uno y otro lado del Rano Raraku.

Rano Raraku, la fábrica de los moai

Vista de las canteras y los moai en la cara suroeste de Rano Raraku en Isla de Pascua
Vista de las canteras y los moai en la cara suroeste de Rano Raraku

Los anteriores detalles geológicos explican porque Rano Raraku se convirtió en la cantera donde se esculpieron la casi totalidad de las 1.000 estatuas que se han hallado en Isla de Pascua. Aquí se tallaban los moai que luego eran conducidos a los ahu o plataformas ceremoniales, repartidos a lo largo de toda la costa, para honrar la memoria de los antepasados.

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La visión de la ladera sur del volcán causa una gran perplejidad y admiración en el visitante. Decenas de cabezas de piedra sobresalen del terreno y según se asciende la vista hacia la parte superior, aparecen multitud de huecos y figuras recortadas sobre la superficie rocosa de la montaña.

Al principio cuesta distinguirlas pero si se mira con atención, se van descubriendo más y más imágenes que aparecen talladas en todas las posiciones posibles sobre la abrupta pendiente de toba volcánica. Algunas aparecen colocadas en vertical, con la cabeza apuntando hacia la cima y otras en sentido opuesto. En otros casos, se sitúan horizontalmente, unas encima de otras, a veces con la cabeza y los pies alternando a cada lado.

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No parece que se haya seguido ningún orden o sistema de trabajo establecido. Las estatuas se hallan por todas partes y en lugares casi inaccesibles, como si la consigna hubiera sido aprovechar cualquier espacio disponible en un material valioso y limitado.

En la cantera, que en total tiene más de 800 metros de longitud, se aprecian muchos nichos vacíos de donde se extrajeron las estatuas que se trasladaron a los ahu. Pero todavía quedan muchas figuras en Rano Raraku. Entre las figuras terminadas que descansan a los pies del volcán y las que todavía permanecen en la ladera exterior e interior del mismo, se han contabilizado un total de 397 moai. Esta es la zona de la isla donde se concentra el mayor número de estatuas, casi el 40% del total.

El trabajo en la cantera

Estatua en una de las canteras de Rano Raraku en Isla de Pascua
Estatua en una de las canteras de Rano Raraku

Las figuras que aún se hallan en las laderas superiores de la cantera se encuentran en todas las fases de elaboración, lo que ha permitido deducir el método utilizado para su construcción.

El primer paso consistía en elegir un sector idóneo donde realizar el trabajo. A veces los talladores tenían que encaramarse hasta lugares situados en la cima o con inclinaciones extremas. Una vez allí se tallaba la roca hasta obtener un bloque rectangular. Después para poder atacar más fácilmente el material, se hacía un estrecho pasillo de medio metro de ancho alrededor del bloque donde se colocaban los escultores.

Con ayuda de herramientas de basalto, llamadas toki, comenzaban a desgastar la toba para dar forma al moai. Todas las imágenes se tallaban sobre sus espaldas, independientemente de si estaban en posición horizontal o vertical.

Se comenzaba primero a esculpir el rostro, prestando especial cuidado a la nariz ya que servía de guía para mantener la simetría y las proporciones de la escultura. Después seguía el cuello, el torso, los brazos y las manos. Se continuaba con los costados y se iba liberando el material por debajo de la estatua hasta dejar una estrecha franja de piedra que corría a lo largo de la columna, como si fuese la quilla de un barco.

Examinando una estatua con quilla durante la expedición de Thor Heyerdahl en Isla de Pascua
Examinando una estatua con quilla durante la expedición de Thor Heyerdahl

Mientras se sostenía la estatua con montones de piedras, a modo de cuña, se perforaban orificios en la quilla hasta que era completamente recortada y liberada de su nicho. Algunas estatuas se rompían en ese momento.

La siguiente y difícil tarea consistía en hacer deslizar la estatua por la empinada pendiente de la ladera sin dañarla. Parece que usaron troncos y cuerdas hechas de fibra vegetal para sostener al moai y excavaron canales en el suelo para que mantuviera el equilibrio durante el descenso. Aun así se produjeron muchos accidentes como lo demuestran los restos de torsos y cabezas rotas que salpican la ladera.

Una vez abajo, las esculturas se introducían en hoyos previamente excavados en el terreno donde se mantenían de pie. En posición vertical se terminaba el proceso de tallado, esculpiendo los detalles de la espalda y puliendo la figura con ayuda de una piedra volcánica abrasiva llamada punga.

Una de las numerosas incógnitas es porque no extrajeron los bloques de la cantera y los llevaron a otro lugar donde hubiese sido más fácil y más cómodo tallar las estatuas. Y por qué en cambio se esculpieron todos los finos rasgos de la cara y las manos en los nichos situados en ubicaciones verdaderamente complicadas.

Dos estatuas a medio tallar permanecen aún en su nicho Rano Raraku Isla de Pascua
Dos estatuas a medio tallar permanecen aún en su nicho

No se conoce el tiempo necesario para modelar una estatua. Las teorías más optimistas creen que un par de semanas serían suficientes. Otras más realistas estiman que con equipos de trabajo rotativos de varios talladores, podrían terminar un moai en un año.

En las faldas del cerro se acumularon grandes cantidades de material de desecho, producido por el tallado de cientos de moai a lo largo de varios siglos, junto con miles de herramientas de basalto, que eran sustituidas frecuentemente en cuanto perdían el filo.

Finalizado el trabajo de tallado, las estatuas eran transportadas hasta las plataformas ceremoniales utilizando un método aún desconocido. Varias hipótesis sugieren el uso de troncos, cuerdas y la fuerza de decenas de hombres, pero hasta el momento no se ha descubierto el sistema empleado para mover semejantes colosos a través de un terreno bastante irregular.

Sorprende encontrar tal cantidad de estatuas en la cantera en comparación con las que fueron trasladadas. Muchas fueron dejadas sin acabar por fracturas sufridas por la roca o porque se encontraban áreas más duras o con defectos que hacían inútil continuar con el trabajo.

También se piensa que algunas figuras se tallaban en la roca a modo de bajorrelieve sin ninguna intención de ser extraídas. Esto puede deberse a la imposibilidad de retirarlas debido a su enorme tamaño, como ocurre con la figura del Gigante, a la falta de recursos de los clanes que las encargaban o porque, aunque se dieran cuenta de que no había medios materiales para levantarlas sobre un ahu, querían seguir honrando a sus ancestros.

El abandono de un trabajo colosal

Detalle de estatuas abandonadas en la cantera de Rano Raraku Isla de Pascua
Detalle de estatuas abandonadas en la cantera

El silencio y la quietud que ahora se respira en las canteras producen un sentimiento de respeto y veneración más propios de un lugar sagrado que de una agitada factoría. Pero no siempre fue así. Se estima que el trabajo de tallado de las estatuas en Rano Raraku abarcó más de 500 años, comenzando alrededor del año 1000 d.C. y finalizando a mediados del siglo XVIII.

Durante ese período las canteras del volcán rebosaron de actividad. Numerosos trabajadores repartidos por su ladera golpearon la roca con sus herramientas, acompañando el repiqueteo constante con sus canciones. Es posible que los diferentes grupos rivalizaran entre sí, tratando de conseguir imágenes cada vez más grandes o compitiendo por quien las tallaba más rápido.

Actualmente cuesta entender porque el pueblo rapanui invirtió tanto tiempo en esta ardua tarea. Las creencias y el respeto a sus antepasados junto con la falta de otras distracciones en que ocupar el día en esta diminuta isla, lograron hazañas portentosas que ahora nos parecen sobrehumanas. Un ejemplo más del poder del esfuerzo y la perseverancia.

Las antiguas estatuas yacen ahora enterradas tras el paso de los siglos en Rano Raraku Isla de Pascua
Las antiguas estatuas yacen ahora enterradas tras el paso de los siglos

Además, parece que la incesante actividad en el volcán resultó beneficiosa para todos los habitantes de la isla. Las numerosas cuadrillas de talladores tenían que ser alimentadas convenientemente, lo que se tradujo en un incremento de los diferentes cultivos y un fomento de la pesca en el mar, resultando en un largo período de abundancia y prosperidad para todos.

Sin embargo, esta larga época dorada llegó a su fin, y como consecuencia los trabajadores dejaron de golpear la piedra para no volver a hacerlo nunca más. Al contemplar la cantera ahora vacía y silenciosa con tantas estatuas sin terminar, da la impresión de que, por alguna razón, ese enorme esfuerzo fue interrumpido repentinamente.

Según una antigua leyenda, el cese de la actividad se debió al enfado de una anciana que tenía el poder de hacer mover las estatuas. Un día, los trabajadores comieron una langosta sin guardar ningún pedazo para ella, así que enojada, ordenó a las estatuas que se desplomaran, paralizando para siempre los trabajos.

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Por otra parte, la tradición oral habla de cómo los Hanau Momoko, tribu dominada y encargada de los trabajos de escultura y construcción, se rebelaron contra sus opresores, los Hanau E’epe, y los exterminaron en la batalla del Poike. Eliminados los impulsores del trabajo megalítico, la tribu liberada no volvió a tallar más.

Otras hipótesis argumentan que debió ocurrir algún cataclismo natural, tal como un gran terremoto o tsunami que afectó profundamente a la sociedad rapanui interrumpiendo para siempre la confección de estatuas.

Sin embargo, parece que el abandono del trabajo en Rano Raraku no se debió a un único hecho repentino y dramático. Más bien fue la consecuencia de una paulatina decadencia en los valores y creencias que afectaron a los escasos recursos disponibles y provocaron sucesivas guerras tribales que acabaron con el colapso del sistema.

Las cabezas de Isla de Pascua

Cabezas de Isla de Pascua en la cantera del volcán Rano Raraku
Cabezas de moai en la cantera del volcán Rano Raraku

A parte de las estatuas que permanecen aún sin extraer en las canteras de toba, más abajo, en el área inferior de la ladera aparecen decenas de figuras. Unas cuantas se encuentran tumbadas, caídas de frente y varias presentan fracturas. Pero la gran mayoría aún permanece de pie en el mismo lugar donde fueron instaladas hace cientos de años. Rano Raraku fue el único lugar de la isla que conservó estatuas erguidas, después de que todas las demás fueran derribadas de sus plataformas, durante los conflictos entre clanes que tuvieron lugar hace casi 300 años.

A lo largo de la base de la ladera exterior, entre la entrada al cráter y el extremo que da al mar, se encuentran unas setenta estatuas prácticamente terminadas. Dentro del cráter, también hay más de 40 imágenes que se concentran en la ladera sur que circunda la laguna. Tanto unas como otras dan la espalda a la montaña.

Los moai permanecen de pie en fosos que se excavaron previamente en el suelo con el fin de finalizar el tallado de sus espaldas. Llama la atención el hecho de que todos aparecen semienterrados en mayor o menor medida, unos hasta los hombros y otros incluso hasta la nariz.

Todas las imágenes dan la espalda a la montaña Rano Raraku en Isla de Pascua
Todas las imágenes dan la espalda a la montaña

Esta imagen, ampliamente difundida en todo el mundo, es el origen del mito de las cabezas de Isla de Pascua. Muchos piensan que los moai son sólo cabezas, pero en realidad son estatuas completas enterradas por las sucesivas capas de sedimentos que se fueron acumulando a lo largo del tiempo.

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Las cabezas de Isla de Pascua, mito y realidad de los moais enterrados

Se sabe que, cuando la cantera fue abandonada, las rampas de tierra y roca que servían para ayudar a poner en pie a los moai se fueron derrumbando poco a poco y terminaron por sepultar a las figuras. Pero también se cree que muchas fueron rellenadas con material para cubrirlas de forma intencionada, tal vez para protegerlas de una posible profanación por parte de los enemigos, aunque no se sabe realmente cuál fue el motivo.

Esa circunstancia, casual o no, propició que la parte enterrada de los moai se protegiera de la intemperie y se conservara mucho mejor que la parte expuesta. Excavaciones realizadas en varios moai revelaron que la longitud de la cabeza correspondía aproximadamente a un tercio de la altura total de la estatua.

Grabados en la espalda de un moai desenterrado por Jo Anne Van Tilburg en Rano Raraku Isla de Pascua
Grabados en la espalda de un moai desenterrado por la arquéologa Jo Anne Van Tilburg

También se hizo de nuevo visible el color amarillento original de la toba, y se descubrieron grabados muy interesantes en la espalda de algunas estatuas con diseños similares a los encontrados en las figuras del Ahu Nau Nau y en el famoso moai Hoa Hakananai’a que se exhibe en el Museo Británico de Londres.

Después de examinarlas atentamente, se han observado varias diferencias entre estas figuras y las que se encuentran en los ahu. En primer lugar, parece que el tamaño medio de las que se hallan aquí es de unos 6 metros, superando los 4 metros que tienen las figuras trasladadas. También tienen un perfil y un acabado más fino y cuidado, con narices más prominentes y puntiagudas, y ninguna de ellas llevó nunca un pukao sobre su cabeza, los tocados de escoria roja procedentes de Puna Pau con los que se remataban los moai de las plataformas.

A las figuras de la cantera no se les talló la cuenca del ojo, en su lugar aparece un plano liso continuo que desciende desde la ceja hasta la mejilla. Parece que el tallado de las cuencas estaba reservado para los moai que se elevaban sobre las plataformas, finalizando su acabado con la instalación de un ojo de coral que transmitía a la estatua el poder místico de los antepasados llamado mana.

Un moai desenterrado por Thor Heyerdahl muestra su verdadera longitud Rano Raraku Isla de Pascua
Un moai desenterrado por Thor Heyerdahl muestra su verdadera magnitud | Imagen: Walter Leonardi

Un último detalle importante reside en la base de los moai enterrados. En algunas ocasiones se han encontrado estatuas cuyas bases tienen forma de estaca, como si las hubieran tallado así para facilitar su penetración en el terreno. Esto demuestra que la intención era que quedaran “plantadas” allí de forma permanente, en lugar de ser transportadas a las plataformas.

Se desconoce el motivo de dejar instaladas en las faldas de la cantera tal cantidad de estatuas en posición vertical. Tal vez fuera una alternativa más sencilla y económica para algunos grupos que trasladar las estatuas a los ahu, o es posible que ya no quedasen suficientes recursos materiales en forma de cuerdas y maderos para poder moverlas. Aun así, las familias continuaron honrando la memoria de sus difuntos erigiendo estatuas en su honor. Unas enigmáticas y colosales figuras que siguen asombrando a quienes tienen la oportunidad de contemplarlas cara a cara.

Estatuas con nombre propio

La apariencia física de los moai que salieron de las canteras de Rano Raraku sigue un patrón claramente definido. Esta estética bastante similar hace que parezcan todos iguales, pero no es así. Precisamente aquí, con tantas figuras para poder comparar, se observa que cada moai tiene rasgos únicos que le dan su propia personalidad y que lo diferencian de los demás.

Esos detalles únicos ligados a su historia particular, hicieron que antiguamente cada estatua tuviera su propio nombre. Algunos estaban relacionados con los autores de la obra, pero otros hacían referencia a alguna peculiaridad de la imagen o del lugar donde estaba. Lamentablemente, el paso del tiempo ha borrado el recuerdo de casi todos, pero aún se conserva el de unos pocos elegidos. Vamos a conocer los más famosos.

Tai Hare Atua, el primer moai

Fotografía de Tai Hare Atua tomada durante la expedición de Katherine Routledge en Rano Raraku Isla de Pascua
Fotografía de Tai Hare Atua tomada durante la expedición de Katherine Routledge

Al pie de la ladera exterior de Rano Raraku, se encuentra tendido en el suelo un moai cuyo nombre es Tai Hare Atua. Parece que es un diseño primitivo de lo que luego fue el patrón imperante en el resto de las figuras. Se distinguen las manos pero otros detalles como las orejas y los brazos apenas se aprecian. Su rasgo característico es que la cabeza aparece fusionada al torso sin un cuello que los una.

Según la tradición Tai Hare Atua es obra de Miru A’Hotu y Tangi Teako A’Hotu, quienes tallaron este primer moai cuando empezaron los trabajos en las canteras, pero al ver el pobre resultado lo dejaron tirado.

Cuenta una leyenda, que unos jóvenes fueron a visitar la casa de un entendido en escultura para preguntarle cómo podían dar una forma realista a los moai. Les invitó a comer pero permaneció callado. Cuando ya se iban les dijo: “mira hacia abajo y tendrás la respuesta” refiriéndose a que copiaran la forma del miembro sexual. A partir de ese momento, aprendieron a dar forma al cuello y otros detalles obteniendo así la imagen clásica del moai.

Moai Piro Piro

La enorme cabeza del moai Piro Piro contrasta con el tamaño de los caballos en el volcán Rano Raraku en Isla de Pascua
La enorme cabeza del moai Piro Piro contrasta con el tamaño de los caballos

El Moai Piro Piro es una de las imágenes más famosas y difundidas de la isla. Se encuentra en los primeros metros del sendero principal que recorre la cantera, como queriendo dar la bienvenida al visitante. Su nombre significa mal olor, pero no porque la estatua huela mal, sino porque parece que su prominente nariz hace un gesto de disgusto ante un fuerte aroma.

Esta singular estatua se distingue también porque su enorme cabeza de 4 metros se proyecta hacia delante de los hombros, mostrando una “mala postura” como si estuviera un poco jorobado. Y si se presta atención a la parte derecha de su cuello, todavía se pueden leer algunas letras de la palabra “Baquedano”. Esta profanación, en forma de antiguo grafiti, fue realizada por los marinos del Buque Escuela General Baquedano en uno de los 20 viajes que realizó a la Isla de Pascua a principios del siglo XX. Esta inscripción hizo que al moai Piro Piro se le conociera también con el nombre de moai Baquedano.

Pero además de estos peculiares detalles, Piro Piro destaca entre las demás estatuas por sus enormes dimensiones. El explorador Thor Heyerdahl excavó en el suelo del moai y descubrió que la parte enterrada del cuerpo medía casi dos veces la altura de la cabeza visible. Sumando ambas partes, la longitud total alcanzaba los 11 metros, lo que convertía a Piro Piro en el moai más grande jamás extraído de la cantera y puesto en pie.

Este descubrimiento relegó a la segunda posición al moai Paro del ahu Te Pito Kura, que con sus casi 10 metros de altura sigue ostentando el récord del moai más alto jamás levantado sobre una plataforma ceremonial.

Moai Hinariru

Moai Hinariru, una de las estampas más clásicas de Rapa Nui en Rano Raraku Isla de Pascua
Moai Hinariru, una de las estampas más clásicas de Rapa Nui

Unos 70 metros más adelante del moai Piro Piro, continuando por el sendero, se encuentra otra de las estrellas de Rano Raraku, el moai Hinariru o Hina Riru. Su fama compite con la de Piro Piro, y es que la imagen de Hinariru, junto a la de su anónimo compañero, se ha reproducido ampliamente en guías de viaje, libros y promociones turísticas, convirtiéndose en uno de los iconos más reconocibles de Rapa Nui.

Hinariru permanece enterrado hasta el pecho y su parte visible alcanza una altura de 4 metros. Su arquetípica figura, muy bien conservada, presenta un tallado delicado y una superficie muy pulida. El rasgo principal de Hinariru es que su cabeza se inclina ligeramente hacia su izquierda. Una pose bastante inusual, ya que por lo general el rostro permanece recto y alineado con el eje central de las figuras. Este es el motivo de que a Hinariru también se le conozca como el moai del “cuello torcido”, aunque en opinión de muchos esta postura le da un aspecto más elegante y natural que a los demás.

Te Tokanga, el gigante

Vista del moai Te Tokonga, el gigante en Rano Raraku Isla de Pascua
Vista del moai Te Tokanga, el gigante, en la ladera de Rano Raraku

Ubicada en la parte baja de la cantera, donde la roca comienza a encaramarse hacia la cima, hay una enorme estatua reclinada que todavía permanece en el nicho en el que fue tallada. Se trata de Te Tokanga, “el gigante”, que con una longitud de casi 22 metros y un peso estimado de 200 toneladas, no puede tener un nombre más apropiado.

Te Tokanga es la estatua más grande jamás esculpida en Isla de Pascua. Se piensa que pudo estar destinada al Ahu Tahira en Vipanu, una de las últimas plataformas construidas, situada en la ladera del Rano Kau. Pero nunca llegó a su destino final porque este enorme coloso ni siquiera llegó a levantarse de su lecho de roca. Sus ambiciosos y optimistas escultores se dieron cuenta de que nunca podrían mover una estatua con un peso equivalente al de un avión comercial, así que no se molestaron en terminarlo.

Detalle de Te Tokanga , el gigante, descansando en su lecho de roca en Rano Raraku Isla de Pascua
Detalle de Te Tokanga , el gigante, descansando en su lecho de roca

Hay teorías que opinan que fue tallado sin la intención de ser levantado, como algunas de las otras efigies que continúan en la cantera, ya que más que una imagen completa sería un inmenso petroglifo o bajorrelieve esculpido, probablemente, en memoria de una persona de alto rango.

A ambos lados, se observan los canales donde se colocaban los talladores para realizar su trabajo. Parece que a medida que aumentaba la experiencia y pericia de los escultores, iba creciendo el tamaño de las imágenes. Si se comparan los 4,5 metros, que es la altura media que tiene un moai, con los más de 20 metros de Te Tokanga, se entiende el nivel de maestría y rivalidad al que llegaron los antiguos pascuenses. Una escalada imposible que condujo al ocaso de estas increíbles construcciones megalíticas.

Moai tallado sobre una antigua cabeza

A la izquierda el moai re-tallado sobre una antigua cabeza en Rano Raraku Isla de Pascua
A la izquierda el moai re-tallado sobre una antigua cabeza

Entre varias cabezas de moai que sobresalen en el sendero intermedio de la cantera, llama la atención una estatua más pequeña que tiene un vientre algo abultado. Al principio parece que es una imagen más pero cuando se observa con calma se descubre que, sobre lo que era una antigua cabeza de un cuerpo enterrado, esculpieron una figura de moai completa más pequeña.

Esta nueva imagen reciclada es la única que muestra su cuerpo completo, ya que la nueva base termina en el antiguo cuello de la figura original que permanece bajo tierra. Es un caso único, así que tal vez fuera un experimento de los escultores para aprovechar una figura descartada por sus fracturas.

Moai Ko Kona He Roa

A la derecha el moai Ko Kona He Roa con un barco grabado en su torso Rano Raraku Isla de Pascua
A la derecha el moai Ko Kona He Roa con un barco grabado en su torso

Un poco más arriba del moai anterior, y bajo la imponente figura de “El gigante” hay otra pareja relevante de moai, pero como sucede en otras ocasiones, uno de ellos llama especialmente la atención. Es el que está a la derecha y su nombre es Ko Kona He Roa.

Esta estatua que estaba hundida hasta los hombros, fue desenterrada durante la expedición noruega de Thor Heyerdahl, al igual que otros moai célebres. Cuando excavaron la tierra descubrieron un petroglifo grabado en su pecho que representa un antiguo barco europeo de tres mástiles con velas cuadradas. En la parte inferior, en lo que pareciera que es el ancla del barco se aprecia la figura de una tortuga.

Este peculiar grabado que parece fuera de lugar, se relaciona con otras figuras de barcos encontradas en las casas de Orongo y en las pinturas de la cueva Ana Kai Tangata. Los investigadores sugieren que durante cierto período de la historia los isleños consideraron a los visitantes europeos como mensajeros del más allá, llegando y desapareciendo en el océano al igual que las aves migratorias, a las que rendían culto.

En Rano Raraku, muchos moai presentan grabados que se hicieron en un periodo posterior a la fase de construcción de las estatuas. Algunos se relacionan con la ceremonia del hombre-pájaro, pero también se encuentran símbolos jerárquicos como el reimiro, canoas polinesias, y divinidades como Make Make.
<h3″>Moai Tukuturi, el moai arrodillado

Vista del moai Tukuturi son Ahu Tongariki al fondo en Rano Raraku Isla de Pascua
El moai Tukuturi con Ahu Tongariki al fondo

En el extremo sur de la cantera de Rano Raraku, donde el sendero principal forma una curva para continuar con el recorrido, se disfruta de una vista espectacular del volcán Poike con las 15 siluetas del Ahu Tongariki recortándose sobre el océano. Justo en este lugar se encuentra el moai Tukuturi, una de las imágenes más controvertidas y enigmáticas de Isla de Pascua.

Su nombre que se traduce generalmente como moai arrodillado, significa realmente “moai en cuclillas”, siendo Tuturi el término correcto para la palabra “arrodillado”. Esta estatua fue descubierta, una vez más, por la expedición de Thor Heyerdahl en 1956 y desde el principio causó un gran asombro, especialmente entre los propios pascuenses, ya que nunca habían visto nada similar.

La estatua no se parece a ninguna otra en la isla, ya que su aspecto es mucho más natural y realista. La cabeza es redondeada, con ojos tallados que miran fijamente y su barbilla tiene una barba de chivo similar a la de los moai kava kava. Pero lo que lo diferencia del resto, cuyo tallado se interrumpe en la cintura, es que Tukuturi tiene el cuerpo completo. Se muestra en posición arrodillada con las piernas dobladas hacia atrás y sus nalgas descansando sobre los talones. Las manos aparecen colocadas sobre los muslos en lugar de reunirse sobre el vientre, en una postura muy utilizada en Polinesia para mostrar reverencia y que aún se puede ver en los antiguos cantos de riu que se conservan en la isla.

Vista lateral del moai Tukuturi donde se observan sus piernas dobladas en Rano Raraku Isla de Pascua
Vista lateral del moai Tukuturi donde se observan sus piernas dobladas

Tukuturi, que mide 3,70 metros de altura, pesa unas 10 toneladas y presenta un acabado bastante tosco, es además la única imagen que mira hacia el Rano Raraku, ya que todas las demás le dan la espalda.

Algunos estudiosos sugieren que se trata de un tipo «temprano» de moai, que puede datar del siglo X. Heyerdahl la relacionó, por su gran parecido, con las estatuas arrodilladas de Tiahuanaco, una cultura precolombina surgida a orillas del lago Titicaca en Bolivia. Sin embargo otros expertos sostienen que es una figura tardía que podría hacer referencia al culto del Tangata Manu u hombre pájaro que tenía lugar en la aldea ceremonial de Orongo.

Por último no faltan hipótesis aún más controvertidas y originales, como la que cree que pudo ser una obra realizada por los habitantes de Tahiti que trajeron a Isla de Pascua para trabajar a finales del siglo XIX. De hecho la figura de Tukuturi se parece más a un tiki, un tipo de tótem típico de Polinesia, que a un moai.

Como anécdota conviene notar que dentro el cráter se encontró un moai similar a éste conocido como “Pequeño Tukuturi”. Apenas alcanza los 2 metros de altura y está bastante erosionado, pero aunque comparte las formas redondeadas y naturalistas del más grande, carece de piernas.

El cráter y la laguna interior

Vista de la laguna en el interior del cráter de Rano Raraku en Isla de Pascua
Vista de la laguna en el interior del cráter de Rano Raraku

A poco más de 100 metros del ingreso a Rano Raraku, hay una bifurcación a la izquierda que conduce al interior del cráter del volcán. Transcurridos unos 300 metros, se llega a una hendidura en el cráter que conecta la ladera exterior con la interior. Es un angosto corredor, creado tal vez por la mano del hombre, donde se aprecia la ceniza roja compacta que configura la parte norte del volcán y que contrasta claramente con la dureza de la toba volcánica del extremo sur.

En la entrada de este pasillo natural se encuentra un moai, tendido boca abajo, que trataron de mover sin mucho éxito. Desde hace varios siglos permanece allí, derribado y olvidado, indicando la ruta a su lugar de origen. Y es que en la ladera interior del cráter se han contado más de 90 estatuas talladas, de las que unas 70 permanecen aún semienterradas. Aquí al igual que fuera, todos los moai dan la espalda a la ladera y miran hacia la laguna.

Hasta hace unos años se podía transitar por el sendero que asciende hasta la cumbre y admirar de cerca las enormes cabezas que sobresalen entre las hierba, pero para proteger la fragilidad del lugar se ha prohibido recorrerlo.

La laguna, a la que suelen acudir los caballos a pastar y beber, es uno de los principales humedales de Rapa Nui. En una isla donde no existen ríos ni arroyos, las lagunas interiores de los cráteres donde se acumulaba la lluvia, constituían las mayores reservas de agua dulce de la que podían disponer los antiguos habitantes.

En el interior del cráter y especialmente en la laguna se pueden observar varias especies vegetales autóctonas que conviven con las grandes masas de juncos de totora. La totora ha sido utilizada por los pascuenses desde hace siglos, y actualmente la usan para realizar artesanías y confeccionar las tradicionales balsas de juncos que ahora usan durante la Tapati.

Un triatlón ancestral único en el mundo

Vaka Ama, la primera etapa del triatlón Tau'a Rapa Nui o triatlón de Isla de Pascua
Vaka Ama, la primera etapa del triatlón que se realiza en la laguna del Rano Raraku

Varios siglos después de que se interrumpiera su incesante actividad, el Rano Raraku vuelve a ser el principal centro de atención de la isla durante un día al año. En esta ocasión se ofrece como un espectacular estadio natural, donde los aguerridos participantes demostrarán sus habilidades en el Tau’a Rapa Nui, la trepidante competición que se celebra durante el Festival Tapati en febrero de cada año.

Esta competencia consta de tres disciplinas tradicionales que se han unido para formar un tipo de triatlón muy peculiar. El recorrido, que suma un total de 3 Km, comienza con la primera prueba, denominada “Vaka Ama”, en la que los participantes cruzan remando la laguna del cráter en pequeñas balsas construidas en totora, una especie de junco acuático.

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Cuando llegan a la orilla, comienza el “Aka Venga”, en la que se cuelgan sobre el cuello dos cabezas de plátanos que pesan unos 20 Kg, y con las que tendrán que correr alrededor del lago. Finalmente, tienen que atravesar otra vez el lago nadando con la ayuda de un flotador de fibras de totora llamado “Pora”. Los ganadores sumarán unos preciosos puntos que servirán para que su pareja candidata pueda conseguir el reinado de la Tapati.

Consejos para visitar Rano Raraku

Visitantes de Rano Raraku cerca del moai Piro Piro Isla de Pascua
Visitantes de Rano Raraku cerca del moai Piro Piro

La visita a Rano Raraku se puede hacer contratando alguno de las excursiones que ofrecen la mayoría de las agencias de turismo de la isla. Este sitio arqueológico suele estar incluido en alguno de los tours de día completo, que cuentan con guía y transporte, donde se visitan además otros lugares de interés.

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La otra opción es hacerlo por cuenta propia, pero para ello habrá que llegar en vehículo, ya que se encuentra bastante alejado de Hanga Roa como para ir caminando.

En cualquiera de los casos, es necesario comprar con antelación la entrada al Parque Nacional Rapa Nui para poder ingresar al recinto. Aunque la entrada tiene una validez de 10 días para recorrer los diferentes sitios de interés, la visita a Orongo y a la cantera del volcán Rano Raraku solo puede realizarse una única vez.

Más información sobre el Parque Nacional Rapa Nui

Se debe presentar el ticket en la taquilla del Parque Nacional, cuyo acceso permanece abierto de 9:00 h hasta las 18:00 h. Aquí se exhiben varios paneles explicativos del lugar. A la derecha están los baños públicos y a la izquierda hay una construcción donde hay varias tiendas de artesanías con un precio similar al de Hanga Roa y una cafetería para los visitantes.

Conviene llevar ropa cómoda y calzado deportivo con suela gruesa, ya que los senderos del recorrido son empinados y pueden ser resbaladizos sobre todo si ha llovido recientemente. Los senderos de Rano Raraku permiten realizar un circuito donde se pueden observar los moai de manera organizada y segura.

Está terminantemente prohibido salirse de los senderos señalizados y tocar las estatuas. Tampoco está permitido traspasar el límite del camino que conduce a las estatuas en el interior del cráter, y menos aún ascender a la cumbre por su peligrosidad.

Aunque la visita a Rano Raraku resulta impresionante a cualquier hora, es mejor hacerla por la mañana temprano o al atardecer cuando el sol ilumina las caras de las estatuas con su cálida luz mientras se pone por la costa oeste.

Cómo llegar a Rano Raraku

Letrero en el desvío a Rano Raraku antes de llegar a Tongariki
Letrero en el desvío a Rano Raraku antes de llegar a Tongariki

Aquellos que no deseen contratar un tour organizado, pueden llegar a Rano Raraku por cuenta propia de forma sencilla. Para llegar en automóvil desde Hanga Roa, se debe tomar la Avenida Hotu Matu’a, donde está situado el aeropuerto, en dirección a Anakena, luego doblar a la derecha en el cruce que indica el camino a Rano Raraku y continuar durante otros 14 kilómetros por la carretera que bordea la costa, mientras se disfruta del paisaje. Se llegará a un desvío a la izquierda con una señal que indica la carretera que conduce durante 1,5 kilómetros al centro de visitantes de Rano Raraku, donde se puede estacionar el vehículo.

Reserva tu auto para recorrer la isla

Otra alternativa bastante recomendable es ir en bicicleta. Es posible alquilar bicis en Hanga Roa donde además proveen a los clientes de mapas y todo lo necesario para sus recorridos.

El trayecto de ida tarda aproximadamente 1 hora y media haciéndolo con calma. El camino de la costa ofrece la posibilidad de disfrutar de la brisa marina y la vista de los acantilados durante todo el trayecto, además de ir parando en otros yacimientos arqueológicos que se encuentran en este lado de la isla. Hay que tener cuidado con los caballos que se cruzan y con algunos tramos de asfalto descarnado donde se han formado algunos baches.

Escoge tu bici y siente la brisa marina en tu cara

También se puede realizar el último tramo a pie, llegando antes en auto o bicicleta hasta el comienzo de Te Ara o Te Moai, o el camino del moai. El comienzo del camino está situado a 4 Km del volcán, y está indicado por un letrero a la izquierda de la carretera a pocos metros de una estatua derribada. Desde aquí se puede seguir por uno de los senderos que utilizaban los antiguos pascuenses para conducir las estatuas desde la cantera hasta cada plataforma ceremonial, haciendo el paseo aún más interesante.

Mapa de ubicación

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