Rano Kau, un cráter asombroso

Rano Kau, también conocido como Rano Kao, es el volcán más grande y uno de los escenarios naturales más bellos e impresionantes que se pueden admirar en Isla de Pascua. La sensación de inmensidad y silencio, sólo interrumpida por el viento, el lejano ruido de las olas y el ocasional graznido de las aves marinas, hace de Rano Kau uno de los lugares favoritos e imperdibles de los visitantes.
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Origen geológico

El Rano Kau es uno de los tres principales conos volcánicos que dieron origen a este pequeño y remoto triángulo de tierra que es Rapa Nui. El cráter que tiene una altura máxima de 324 metros y es casi circular, está situado en el extremo suroeste de dicho triángulo a pocos kilómetros de Hanga Roa.
La formación del volcán se debe a numerosos flujos de lavas basálticas, cuyas primeras manifestaciones tuvieron lugar hace unos 2,5 millones de años. Como resultado de esas erupciones surgieron otros conos secundarios como el Maunga Orito, el Maunga Te Manavai y los tres motus o islotes localizados frente al volcán, todos conformados por lavas ácidas. Las muestras visibles de este tipo de lavas, se pueden observar claramente en las superficies superiores con afloramientos de obsidiana, fragmentos de traquita y otros materiales piroclásticos.
De estos materiales el de mayor valor desde un punto de vista arqueológico fue la obsidiana, presentándose con mayor intensidad en el Maunga Orito y Maunga Te Manavai. Estos dos lugares junto con el islote de Motu Iti, fueron los principales lugares de extracción de esta materia prima, que sirvió para la elaboración de múltiples artefactos, especialmente puntas de lanza, azuelas de piedra (toki), raspadores, pupilas de ojos de moai, etc.
Una de las características de las lavas ácidas es que tienen un mayor contenido de sílice y ello origina violentas explosiones, como la que ocurrió en la última erupción del Rano Kau estimada hace unos 180 mil años, y que dio lugar a la inmensa caldera de 1,6 km. de diámetro.

En el lado norte, que mira al interior de la isla, el volcán baja en una suave pendiente que termina prácticamente en la pista del aeropuerto de Mataveri, a las afueras de Hanga Roa. Sin embargo, en su flanco sur y suroeste, un fuerte proceso de erosión marina, a lo largo de miles de años, contribuyó a la formación de acantilados de vértigo que alcanzan una altura de 300 metros.
En esa zona, destaca un enorme bocado en la pared volcánica de 400 m de amplitud conocido como Kari Kari, por donde el flujo de lava se derramó al océano. Se cree que con el paso de los años, el continuo embate de las olas terminará por colapsar este frágil muro, permitiendo el acceso del mar al interior del cráter.
La laguna interior del cráter

La palabra Rano, en idioma rapanui, se utiliza para designar a los volcanes en cuyo interior se almacena el agua, como ocurre con el Rano Raraku o en el Rano Aroi. La palabra Kau, tiene varias acepciones tales como “abundancia de agua” y “grande, amplio”. Así que el significado de Rano Kau podría ser “volcán grande o ancho con mucho agua”, una expresión absolutamente acertada para describir este asombroso fenómeno de la naturaleza.
La acumulación de agua de lluvia en el interior de la gran caldera del cráter volcánico, formó una gran laguna de un kilómetro y medio de diámetro cuya orilla se sitúa a unos 200 metros del borde superior. La superficie del lago, cuya profundidad se estima en unos 10 metros, está cubierta en gran medida por numerosas islas flotantes de juncos de totora, que tienen un espesor de sólo un metro, lo que las hace muy inestables.
Varias expediciones de científicos han bajado a la laguna para extraer muestras de los sedimentos y estudiar las diferentes capas que se han ido acumulando con el paso del tiempo, lo que permitirá conocer mejor el pasado ambiental de Rapa Nui.

Esta laguna fue una de las principales fuentes de agua dulce disponibles para los pascuenses hasta hace unas pocas décadas. En una isla sin cursos de agua permanente, la actividad humana se desarrolló fundamentalmente junto a los pequeños lagos interiores del Rano Kau, el Rano Raraku y el Rano Aroi, aparte de otros asentamientos cercanos a algunos manantiales y pequeñas piscinas formadas en las rocas volcánicas.
La importancia que tuvo el agua en el pasado se observa en que todos los depósitos tenían nombre propio, aunque muchos se hayan olvidado, como el legendario nombre del cráter: Te Poko Uri A Haumaka O Hiva, el abismo negro de Hau Maka, de Hiva.
Un enorme invernadero natural

El interior del cráter, con paredes de más de 200 metros que lo protegen de los fuertes vientos y la acumulación de humedad, constituye un gran invernadero natural que genera un microclima propicio para el desarrollo y cultivo de muchas especies vegetales.
Estas condiciones permitieron la conservación de especies vegetales endémicas y algunas otras introducidas por los colonizadores polinesios. Entre ellas destacan el mako’i, el hau hau, el mahute y el marikuru. Uno de los últimos ejemplares del casi extinto toromiro fue rescatado aquí durante la expedición de Thor Heyerdahl en 1955 y gracias a su reproducción en varios jardines botánicos de Europa, pudo ser reintroducido de nuevo en la isla.
En tiempos históricos, se plantaron en su interior una gran variedad de árboles y arbustos exóticos en terrazas construidas en las laderas interiores del volcán. Posteriormente se introdujeron otras especies como paltos (aguacates), guayabas, plátanos, parras, higueras, tubérculos, etc.
Se considera que los manavai, antiguo sistema de cultivo en círculo protegido por un muro de piedras, se hicieron inspirados en los cráteres de los volcanes como el Rano Kau.
Rano Kau, escenario de la historia rapanui

Este grandioso volcán ha estado ligado a la historia de Isla de Pascua desde la llegada de sus primeros pobladores. La primera referencia aparece en la leyenda que narra el viaje soñado por Hau Maka dónde se nombra al volcán como Te Poko Uri A Haumaka O Hiva, o el pozo negro de Haumaka, de Hiva.
También se dice que el primer rey Hotu Matu’a eligió el lado sureste del cráter para pasar sus últimos días después de que falleciera su mujer Vakai. Cuando sintió que se acercaba su muerte, Hotu Matu’a se fue al sitio sagrado de Orongo y miró con nostalgia hacia el horizonte sobre el islote de Motu Nui, recordando su tierra natal Hiva.
En el interior y exterior del cráter del Rano Kau se han encontrado cuevas, petroglifos, cimientos de casas y hasta restos de ahu o plataformas.
Todos estos vestigios muestran que el volcán tuvo una gran relevancia en la vida de los antiguos pobladores. Entre todos esos yacimientos destaca, por su ubicación y relevancia histórica, el conjunto ceremonial de Orongo.
Orongo, la aldea ceremonial

Bordeando el borde del cráter hacia el sur, la cresta se vuelve más estrecha, cayendo a pico 300 metros sobre el mar por un lado, y descendiendo abruptamente hacia la laguna por el otro, hasta que termina en una pared alargada de roca que se eleva en una punta afilada. Justo aquí, en el borde más angosto del Rano Kau, se encuentra la Aldea Ceremonial de Orongo, uno de los escenarios más espectaculares de la isla.
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Conformada por unas 50 casas de piedra de forma elíptica que ofrecen una perfecta visión de los tres islotes o motus que hay frente al Rano Kau. Esta aldea era habitada solamente en los días previos a la ceremonia del Hombre Pájaro o Tangata Manu, durante el mes de septiembre, cuando llegaba la primavera y los diferentes clanes de la isla competían para obtener el primer huevo del ave manutara y así conseguir el gobierno de la isla. Esta ceremonia se celebró hasta finales del siglo XIX.
Consejos para visitar Rano Kau

La visita al Rano Kau se puede hacer contratando alguno de las excursiones que ofrecen la mayoría de las agencias de turismo de la isla. El Rano Kau está incluido en sus tours de medio día, que cuentan con guía y transporte, donde se visita además la cueva de Ana Kai Tangata y Orongo.
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La otra opción es hacerlo por cuenta propia. En ese caso habría que alquilar un vehículo o llegar caminando.
En cualquiera de los casos, el acceso para ver el volcán Rano Kau es libre y gratuito pero si se quiere conocer también la aldea de Orongo aprovechando la visita, es necesario comprar con antelación la entrada al Parque Nacional Rapa Nui para poder ingresar al recinto que cierra a las 18:00 h. Aunque la entrada tiene una validez de 10 días para recorrer los diferentes sitios de interés, la visita a Orongo y a la cantera del volcán Rano Raraku solo puede realizarse una única vez.
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Conviene llevar alguna prenda de abrigo, ya que debido a la altura del volcán y a su ubicación frente al océano, en Rano Kau suele haber bastante viento y en ocasiones puede hacer frío.
El volcán es un paraje absolutamente natural y silvestre por lo que no existe (afortunadamente) ningún tipo de servicio de alimentación ni baños. Así que es aconsejable traer al menos agua potable. Los aseos más próximos se encuentran en las dependencias del Parque Nacional en Orongo situadas a 1 Km del mirador.
La visita al volcán resulta espectacular a cualquier hora, pero si se quieren evitar las sombras del atardecer en las fotos es recomendable subir al cráter por la mañana o hasta un poco después del mediodía, de ese modo el sol iluminará completamente todo el panorama. Más tarde la luz será perfecta para ver Orongo.
El mirador del Rano Kau

Este es uno de los mejores puntos de observación del cráter. Se accede caminando por el sendero que asciende la ladera norte o por carretera en vehículo que se puede aparcar en el estacionamiento habilitado. Aquí también paran los tours de las agencias para que los viajeros puedan tomar fotos y contemplar la magnífica perspectiva que ofrece este lugar.
A pocos metros del mirador, se encuentra una pequeña roca rodeada de troncos dónde se pueden observar varias siluetas del hombre-pájaro o Tangata Manu, un adelanto de los numerosos petroglifos similares que se pueden ver en Orongo.
Desde este punto, se puede continuar en vehículo hasta la aldea de Orongo situada 1 kilómetro más arriba donde termina la carretera o se puede caminar durante 15 minutos hasta allí por el sendero que bordea el cráter, mientras se sigue admirando la enorme caldera.
Vai Atare

Otra opción menos común que no suele estar incluida en los tours convencionales, debido a que sólo se puede llegar caminando, es el trekking hasta Vai Atare. En esta ocasión se toma el camino a la izquierda que parte desde el mirador del Rano Kau.
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Este sendero, que tiene una longitud de algo más de 3 kilómetros, ofrece la posibilidad de ver el cráter desde otros ángulos, observar los tres motus a través del Kari Kari (el gran “bocado” del cráter), así como los acantilados por donde bajaban los participantes en la Competencia del Hombre-Pájaro y apreciar desde el frente, el asombroso emplazamiento de Orongo.
En Vai Atare se han descubierto más de ochenta fundaciones de casas rectangulares. Parece que éste era el lugar donde se tallaban las losas con las que se construían las casas (paenga), así que se piensa que este asentamiento fue probablemente utilizado por los canteros.
Cómo llegar a Rano Kau

Hay varias formas de llegar a Rano Kau en vehículo o a pie. En auto, desde Hanga Roa hay que tomar la carretera hacia el aeropuerto y girar a la derecha. Se pasará por la única gasolinera de la isla y sólo hay que continuar todo el camino hacia arriba hasta llegar al pequeño estacionamiento donde se puede dejar el vehículo. También se puede ascender en bicicleta por el mismo camino. La subida es bastante empinada pero si se está en forma, las vistas y el placer de llegar pedaleando hasta el volcán merecen la pena.
En la carretera de ascenso, antes de llegar al parking, hay un lugar llamado «el mirador de la isla» desde donde se obtiene una magnífica panorámica de la pista del aeropuerto de Mataveri, el pueblo de Hanga Roa y al fondo el Terevaka, el punto más alto de Isla de Pascua.
Para llegar caminando, hay que seguir el sendero Te Ara o Te Ao que parte desde los jardines de la CONAF, pasando la cueva de Ana Kai Tangata, y que era utilizado antiguamente en la ceremonia del Tangata Manu por los participantes para subir a Orongo. La ruta está más o menos señalizada y de cualquier forma es difícil perderse, en caso de duda hay que ir siempre hacia arriba. La caminata hasta el mirador del cráter tarda aproximadamente una hora y durante el recorrido se tienen muy buenas vistas de Hanga Roa y la costa.
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