Ahu Akivi, los siete exploradores

Ahu Akivi es un yacimiento arqueológico de características únicas, debido a su singular ubicación, su estudiada orientación astronómica y al trabajo de restauración realizado en él que supuso un hito en la historia reciente de Isla de Pascua.
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La plataforma interior más importante

Ahu Akivi está situado en el flanco suroeste del volcán Maunga Terevaka, el punto más alto de toda la isla, a 2,6 Km tierra adentro de la costa oeste central, donde se encuentra Ana Kakenga, la cueva de las dos ventanas. Esta ubicación, ya es significativa, puesto que la mayoría de las plataformas ceremoniales están en el borde costero de la isla.
De los pocos ahu levantados en el interior de la isla (unos treinta), Ahu Akivi es la plataforma más importante y elaborada de todos ellos.
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Según las excavaciones y estudios realizados, se piensa que la primera fase de construcción del ahu se inició hacia finales del siglo XV. Primero se levantó una plataforma rectangular sobre una superficie nivelada, de la que partía una rampa de 25 metros hacia la plaza central. En la parte posterior se ubicó un crematorio utilizado en las ceremonias de incineración.
Durante la segunda fase que se desarrolló a finales del siglo XVI, se realizaron mejoras y modificaciones, se incorporó un segundo crematorio y se erigieron siete moai sobre la plataforma central.
Ahu Akivi está situado en un territorio asociado al poderoso clan Miru, una de las tribus de más alto rango. Se piensa que los moai fueron colocados unos 150 años antes del primer contacto con los visitantes europeos, lo que sugiere que en esa época, considerada una fecha tardía, todavía reinaba la estabilidad política y la abundancia económica necesarias para llevar a cabo una construcción de este calibre.
Los moais que miran al mar

Las siete estatuas fueron transportadas desde la cantera del volcán Rano Raraku situado a 15 km de distancia, a través de un terreno irregular y utilizando un método aún desconocido . Estas imponentes figuras representan la forma arquetípica de un moai y tienen casi la altura y el peso promedio (4,5 metros y 5 toneladas) de las estatuas encontradas en las plataformas.
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Las estatuas presentan una cuidada uniformidad entre ellas, algo que no ocurre en Tahai o en Tongariki, lo que otorga al conjunto una sensación de armonía y equilibrio.
Se dice que las figuras de Ahu Akivi son los únicos moais que miran al mar de toda la isla, ya que el resto da la espalda al océano. Y aunque, si se mira con perspectiva es cierto, la verdad es que están orientadas como el resto de las plataformas, es decir, sus rostros miran hacia la explanada que se extiende ante ellos, donde antiguamente existía una aldea cercana, de la que se han encontrado restos. Por tanto, las imágenes de Akivi estaban colocadas, como las demás, para velar y proteger a los habitantes del poblado mediante el influjo de su mana o poder místico.
Un preciso observatorio astronómico
Al igual que otras plataformas de la isla, entre ellas el moai solitario del Ahu Huri a Urenga, el Ahu Akivi fue construido siguiendo una precisa orientación astronómica. De esta manera controlaban el cambio de las estaciones y los momentos más adecuados para las tareas agrícolas.
En Akivi el eje de la plataforma fue orientado de norte a sur, consiguiendo que los rostros de los moai miren exactamente hacia el punto donde el sol se pone durante el equinoccio de la primavera austral (21 de Septiembre) y sus espaldas enfrentan al sol del amanecer durante el equinoccio de otoño (21 de Marzo).
La leyenda de los siete exploradores

En la literatura reciente sobre Akivi, se relaciona este lugar y en concreto a las siete estatuas de la plataforma con los siete jóvenes que fueron enviados a explorar la isla antes de su primera colonización por el rey Hotu Matu’a.
La leyenda cuenta que Hau Maka, el sacerdote de Hotu Matu’a tuvo un sueño en el cual su alma voló a través del océano cuando avistó la isla. A continuación, envió a siete exploradores navegando por el mar para localizar la isla, estudiar sus condiciones y la mejor zona para desembarcar.
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Aunque la idea de que el recuerdo de la leyenda se haya plasmado en piedra es atractiva, parece que no puede ser cierta. Los moai pertenecen a un período escultórico bastante tardío, posterior al año 1440 d.C y los historiadores barajan la hipótesis de que los primeros pobladores llegaron a la isla hacia el siglo V, de modo que descartan una posible relación entre ambos hechos.
La restauración que impulsó a Rapa Nui
Ahu Akivi fue el primer ahu que se restauró después de que un pequeño grupo de isleños, a petición de Thor Heyerdahl, levantaran la estatua del Ahu Ature Huki en la playa de Anakena en 1956. Formando parte de la expedición noruega estaba el antropólogo norteamericano William Mulloy, quien a partir de entonces dedicaría gran parte de su vida a estudiar los misterios de la Isla de Pascua.
El trabajo de reconstrucción en Ahu Akivi comenzó en marzo de 1960 y continuó hasta octubre de ese año. William Mulloy y su colega chileno Gonzalo Figueroa trabajaron con un equipo arqueológico de 25 pascuenses en varias fases de excavación y reconstrucción. Esta fue la primera excavación arqueológica seria y la primera restauración completa de un sitio ceremonial en Rapa Nui.
Los trabajos se hicieron sin apenas medios materiales, tan solo utilizaron postes de madera, piedras y un par de bueyes. Pero con constancia, ingenio y esfuerzo lograron su objetivo. Para levantar y colocar el primer moai utilizaron una rampa de piedras y dos grandes palancas de madera. Esta operación les llevó un mes. Sin embargo, después de perfeccionar la técnica y con la experiencia adquirida, tardaron menos de una semana en levantar la séptima estatua.
Cuando se terminaron los trabajos, el propio padre Sebastian Englert dio la bendición en una ceremonia de inauguración muy emotiva. Era la primera vez en 150 años, en que los isleños observaban de nuevo a varios moai en pie sobre un ahu.
La restauración de Ahu Akivi es considerada un punto de inflexión en Rapa Nui. A partir de ese momento, comenzaron otros trabajos de restauración de más plataformas. Al Ahu Akivi le siguieron los ahu de Hanga Kio’e, Tahai, Anakena y Tongariki. Las antiguas plataformas recobraron su antiguo esplendor y la pequeña y remota Isla de Pascua atrajo la atención de otros investigadores y viajeros. Y lo que es más importante, desencadenó un auténtico renacimiento cultural, un desarrollo económico y un renovado sentimiento de orgullo de ser rapanui.
Consejos para visitar Ahu Akivi

La visita del Ahu Akivi se puede hacer contratando alguno de las excursiones que ofrecen la mayoría de las agencias de turismo de la isla. Este sitio arqueológico suele estar incluido en alguno de los tours de medio día, que cuentan con guía y transporte, donde se visitan además otros lugares de interés.
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La otra opción es hacerlo por cuenta propia, pero para ello habrá que llegar en vehículo, ya que se encuentra bastante alejado de Hanga Roa como para ir caminando.
En cualquiera de los casos, es necesario comprar con antelación la entrada al Parque Nacional Rapa Nui para poder ingresar al recinto. La entrada tiene una validez de 10 días para recorrer los diferentes sitios arqueológicos, los cuales se pueden visitar varias veces, a excepción de Orongo y la cantera del volcán Rano Raraku que solo puede realizarse una única vez.
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Pocos metros antes de acceder al recinto hay un quiosco del Parque Nacional, donde es necesario presentar el ticket. Más adelante hay un área de estacionamiento para dejar los vehículos. Muy cerca hay un pequeño establecimiento que vende artesanías, souvenirs y dónde también se puede comer y beber algo. También hay baños públicos cuyo uso cuesta 500 pesos.
El mejor momento para visitarlo y hacer fotografías es al atardecer, que es cuando el sol poniente ilumina de frente a las siete estatuas y realza sus rasgos.
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